Aballay

Crítica de Tomás Maito - A Sala Llena

El western nunca muere

Con Aballay, el Hombre sin Miedo de Fernando Spiner, se puede confirmar que el cine argentino de género se encuentra latente con este western gauchesco, el cual se encontraba casi en extinción en los últimos tiempos, pero que años atrás tuvo su legado con recordados films como Juan Moreira de Leonardo Favio o La Guerra Gaucha de Lucas Demare.

El film de Spiner, basado en un cuento de Antonio Di Benedetto, narra la historia de Julián (Nazareno Casero), quién buscará venganza tras presenciar años atrás como asesinaron a su padre cuando él era un niño, por lo que irá en busca de aquellos bandidos y especialmente tras el hombre que lo degolló: Aballay (Pablo Cedrón).

La película cumple una función redentora respecto al estilo de vida y como un hecho puntual puede torturar a una persona a lo largo de su existencia. Aballay, un asesino despiadado y sin escrúpulos, que ferozmente mata al padre de Julián, quedará perpetuado al observar la congelada cara del niño luego de que aquel presencie la muerte de su progenitor. Esto lo llevará a recluirse de la sociedad, a no bajar de su caballo y dejar de cometer delitos; aunque el hecho lo seguirá atormentando y sabe que aquel chico cuando crezca lo encontrará en busca de venganza.

Aballay, el Hombre sin Miedo reivindica el western argentino, poco frecuente en el cine nacional quizás por las costosas escenas completamente en exteriores por las que se deben optar. En este caso cumplirá un gran papel la fotografía de Claudio Beiza, que hace de los Valles Calchaquíes en Tucumán, donde esta rodada la película, un escenario impecable y sumamente vistoso a través de imponentes planos generales y un crudo clima que se crea a través de cada tono con los que es decorada la imagen.

La obra de Spiner cumple con los clásicos tópicos del género: aquel pueblo amenazado por los bandidos, el majestuoso territorio semidesértico, la dualidad entre el bien y el mal, la incursión del forastero en el lugar en cuestión o la narración épica de la cultura de una región, que destacan que el realizador no es ajeno a los grandes clásicos de John Ford y Howard Hawks, como pueden ser La Legión Invencible y Río Bravo respectivamente; y que con la implementación de personajes despiadados, que son destacados a partir de primerísimos primeros planos, y las acciones violentas que provocan también se puede plantear un acercamiento con los spaghetti western de Sergio Leone y películas como la inolvidable Érase una Vez en el Oeste o con films de Sam Peckinpah como La Pandilla Salvaje o Quiero la Cabeza de Alfredo García.

A pesar de ciertos baches en el medio del film de Spiner, la narración es correcta, los personajes están bien logrados (y muy bien interpretados por todo su elenco), en tanto que a nivel visual la película es impecable; solo le juegan en contra algunos segmentos del montaje que proponen alguno que otro corte brusco que no mantienen mucha justificación en la continuidad.

En términos generales, Aballay, el Hombre sin Miedo es el mejor trabajo en la carrera de Spiner, quién en este caso expone una obra relevante dentro de un género complicado y poco habitual en el cine argentino como es el western, que por suerte es revitalizado de gran manera por este film.