A puertas cerradas

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

El director de Z, La confesión, Desaparecido y Amén vuelve al cine después de siete años con una película basada en el libro escrito por el ex ministro de finanzas griego Yanis Varoufakis durante la crisis de 2015. Allí narra las enormes dificultades que debió enfrentar cuando, con su país sumido en una crisis terminal muy similar a la de la Argentina en 2001, tuvo que negociar con la Unión Europea y con las élites locales un nuevo programa económico.

Una batalla nada sencilla, en tanto para Costa-Gavras todos los funcionarios tienen un perfil más cercano al de los maquiavélicos villanos de James Bond que al de un político, por más intransigente que sea. Durante poco más de dos horas, A puertas cerradas sigue al funcionario en su largo derrotero por reuniones, congresos y entrevistas cada cual más difícil que la anterior y donde debe negociar arrinconado contra las cuerdas. Y el muchacho es un negociador salvaje, capaz de plantarse ante quien sea. Tanto que por momentos parece un asambleísta universitario y no un ministro de altísimo nivel de exposición.

Costa-Gavras sabe que filmar una película sobre una crisis económica y sus efectos políticos, con su por momentos inescrutable lenguaje técnico, debe ser digerible para no iniciados. Un desafío similar al de La gran apuesta. Si allí el inevitable didactismo se lograba exhibiendo en primer plano el artificio, con los propios protagonistas explicando a cámara qué estaba pasando, aquí se adopta una línea similar, solo que son los políticos hablando entre ellos. ¿Alguien puede creerse que un ministro le explique a la presidenta del FMI en qué consiste una economía heterodoxa? ¿Y qué le diga que los principales afectados son los ciudadanos?

El resultado es un film entretenido, de ritmo constante y cercano al thriller, pero también uno donde la denuncia, la voluntad de señalar culpables e inocentes y dividir el complejo sistema económico entre buenos y malos, tiene más peso que cualquier elemento dramático. Seguramente Varoufakis, pintado como héroe luchando contra todos, haya quedado muy contento con la película.