A puertas cerradas

Crítica de Emiliano Fernández - Metacultura

Dictadura de burócratas financieros

Adults in the Room (2019), la última película del gran Costa-Gavras, se basa en un libro del conocido economista de izquierda Yanis Varoufakis, Comportarse como Adultos: Mi Batalla contra el Establishment Europeo (Adults in the Room: My Battle with Europe’s Deep Establishment, 2017), en el que el otrora Ministro de Finanzas de Grecia -cargo que ocupó entre enero y julio de 2015- analiza las negociaciones que encabezó en nombre de su país con la Troika, léase el grupo formado por la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), para evitar la quiebra del país como consecuencia de préstamos cíclicos, datos estadísticos falsificados y políticas eternas de ajuste cortesía de las administraciones previas y la misma Troika, lo que derivó en un referéndum popular que fue desconocido por el Primer Ministro de entonces Alexis Tsipras, quien volvió a pagar a los acreedores internacionales públicos y privados justo como hoy continúa haciéndolo el kirchnerismo en Argentina, otro ejemplo de fuerza que la va de progresista pero en verdad no se aparta de un conservadurismo espantoso que respeta a rajatabla la dictadura del statu quo económico y financiero y sus burócratas de siempre.

El guión, firmado por el propio Costa-Gavras, enfatiza la responsabilidad en la debacle helénica tanto de los testaferros de derecha dentro de Grecia como de sus “amos” de turno del capitalismo foráneo, todos obsesionados con privatizaciones de bienes del Estado, aumento de la edad jubilatoria, reducción de salarios, flexibilización general del mundo del trabajo, baja de todas las pensiones, desmantelamiento de los sistemas públicos de salud y educación y por supuesto medidas vinculadas con el hecho de facilitar el lavado de dinero, la concentración empresarial y la especulación monetaria a gran escala. Como muchos de los buitres financieros acreedores de Grecia están agazapados en las fronteras nacionales de Francia y Alemania, las rondas de negociaciones con los ministros de economía de ambos países, los execrables Pierre Moscovici y Wolfgang Schauble, se transforman en cruciales en un tire y afloje que se caracteriza por la necesidad de un nuevo préstamo de la Troika para salvar a los bancos griegos y a la economía del país en su conjunto aunque ya no ofreciendo como “contraprestación” las políticas salvajes de empobrecimiento de antaño, esas que llevaron al desempleo y a la miseria a más del 30% de los habitantes de la nación.

El extraordinario Christos Loulis interpreta a Varoufakis y Alexandros Bourdoumis a Tsipras, el primero manteniendo siempre su independencia y buscando una salida que no reproduzca las mismas medidas autodestructivas de siempre y el segundo en un principio apoyándolo en esa retahíla interminable de reuniones en la sede de la Comisión Europea, en Bruselas, Bélgica, para a posteriori terminar “tranzando” como prácticamente todos los mandatarios de nuestros días y recayendo en nuevos ajustes internos, pagos regulares a los acreedores y el viejo ardid de echar mano -para ello, para contrarrestar los pasivos- de fondos públicos destinados a otros menesteres, exactamente igual que en el caso argentino con respecto a la caja jubilatoria y la catarata de hipocresía y mentiras que se suele desplegar para justificar semejante manotazo de ahogado, de un ahogado bien sumiso y estúpido. Con su clásica precisión testimonial, Costa-Gavras subraya vía palabras de Loulis el carácter de círculo vicioso de las políticas neoliberales que insólitamente todavía aceptan casi todos los países en crisis de nuestro planeta, empezando por deuda impagable que se contrae para honrar deuda impagable, continuando por impuestos más altos y reducciones en la inversión pública por parte del Estado, y terminando con un menor volumen de ingresos en general por la recesión subsiguiente y con una mayor necesidad de salvar las cuentas con más y más deuda impuesta por los buitres internacionales del “déficit cero”.

Por momentos los 124 minutos de Adults in the Room se sienten algo innecesarios porque hay unas cuantas secuencias que bien podrían haber quedado en la sala de edición sin que la historia ni su discurso emancipador sufriesen el más mínimo cambio, no obstante se agradece la claridad de los diálogos del director y guionista y su arquitectura orientada a señalar que los burócratas horrendos de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional son ideólogos fanáticos de la economía porque como economistas a secas son profundamente mediocres, unos diletantes de la austeridad pública y la algarabía especulativa privada que se desentienden por completo del sufrimiento que generan las medidas que imponen a los países a su merced. Más allá de la traición de los ideales de independencia por parte del gobierno de Tsipras, representados con un dejo surrealista tragicómico mediante la coreografía de Bourdoumis y compañía del desenlace, la propuesta consigue retratar con sagacidad el sustrato kafkiano de un ecosistema político global neoliberal totalmente fracasado que continúa insistiendo con recetas fallidas que a su vez derivan en crisis recurrentes e indigencia a niveles nunca antes vistos, como si la fórmula de la sumisión eterna a los dictados de los bancos de crédito y fondos de inversión sea la única realidad/ alternativa posible, una ceguera monumental que sólo la verdadera izquierda batallante puede desmantelar en el reino de los lobotomizados y los cómplices…