A million ways to die in the west

Crítica de Susana Salerno - N3F

Un buen elenco para realizar una parodia al género del western.

Regresa a la pantalla grande y al igual que con Ted, MacFarlane co-escribe, dirige y protagoniza, (en la anterior le ponía la voz al osito) esta película; acá es Albert Stark, un criador de ovejas cobarde porque cuando debe enfrentarse a un duelo, como lo hacían los vaqueros se retira porque teme morir y su contrincante le da dos días para pagarle.

El género del Western casi siempre tuvo su público, y en esta oportunidad nos encontramos en Arizona en 1882 donde una serie de fotos hacen referencia a distintos detalles. Albert está enamorado de su novia Louise (Amanda Seyfried), como todo el pueblo ella lo vio y como no aceptó el reto, lo ve débil y sin agallas y pese a que él le declara su amor y le dice te amo, Louise lo abandona, pero Albert intentará recuperarla.

En el salón del lugar los hombres, beben, juegan y pasan su tiempo con mujeres, infaltable la Madame y en el primer piso habitaciones donde van las prostitutas, pero allí hay una muy especial de nombre Ruth (Sarah Silverman) a quien como en una suerte de humorada su novio Edward (Giovanni Ribisi) que nunca la ha tocado, espera que ella termine de atender sus clientes.

En el pueblo siguen sucediendo situaciones alocadas; el Alcalde lleva muerto dos días en un costado del otro lado de la calle y termina siendo la cena de unos lobos (se juega a lo largo del films entre la sátira y la comedia). La ex novia de Albert, Louise es ahora la novia de Foy (Neil Patrick Harris, “Los pitufos”) dueño de un importante bigote, es un villano y el millonario del pueblo. En esas grandes llanuras llegan cada tanto una banda de forajidos que andan por ahí en busca de oro y escapando de la ley. Ahí aparece Anna (Charlize Theron), con su marido Clinch Leatherwood (Liam Neeson), Lewis (Evan Jones), entre otros. Albert no tarda en relacionarse con la pistolera Anna quien termina tomando una dura tarea: enseñarle a disparar a Albert, de esta forma comienzan a suceder una serie de momentos cómicos hasta llegar al romanticismo.

Existen muchas formas de morir tontamente dice Albert “Un millón de maneras de morir”. La música del film es de Joel McNeeley ("American pie: La boda"), enredos, bromas escatológicas y grotescas, escenas locas y absurdas, algunas escenas sin mucho sentido, una dosis de bromas sexuales, los escenarios son fieles al Western con: llanuras, cabalgatas, vestimenta, los comportamientos típicos de los cowboys, infaltable el duelo en la calle, los indios, fogatas, la fumada y la fiebre por el oro, homenajeando al western. Una serie de sorpresas (atentos a cameos de varias figuras) y una escena al final de los créditos. Se abusa del travellings, cae en lugares comunes, con un guión pobre, su duración de casi dos horas resulta excesiva, además de ser muy previsible.