A 47 metros

Crítica de Federico Ignacio Bazán - Cuatro Bastardos

A 47 Metros: No esperen tanta profundidad.
Llega una película de terror bastante básica, con personajes regulares, una atmósfera agobiante y algo de sangre entre tanta agua.
El terror bañado en agua y sangre. Le agregamos tiburones, y… esto ya lo vimos varias veces. Desde el comienzo vemos esa composición del color rojo de una bebida con el agua de la piscina. Ésta elegancia te da esperanzas de que quizá veamos algunas cosas originales que te sorprendan. Pero mejor mantener ese optimismo fuera de este film.
El director inglés Johannes Roberts en su pasado ha hecho varias películas de terror sin tanto presupuesto ni renombre. Ahora dirige y escribe (Junto a Ernest Riera) este film que trata sobre dos hermanas de vacaciones en México, que quedan atrapadas en el fondo del océano y deberán luchar contra esta situación desesperante para sobrevivir.
La estructura de la trama es simple, al igual que la profundidad de los personajes protagónicos. Lisa, recién separada de su pareja, es interpretada por Mandy Moore, nominada recientemente en los Golden Globes como mejor actriz secundaria en la serie This Is Us, que lamentablemente aquí no puede hacer nada con el personaje frío que le dan. Su hermana se llama Kate, y Claire Holt (The Originals) se pone en la piel de este personaje mucho más activo, cálido y atractivo que Lisa.

A pesar de las malas señales, se adentran en el océano…

En el comienzo nos presentan a las protagonistas por medio de secuencias dónde ellas van de fiesta, esto realizado con un montaje bastante tosco que no coincide con el resto del film, debe decirse, pero que da pie a que en una de ellas conozcan a dos mexicanos, que serán los responsables de llevarlas a una caja submarina para ver de cerca a los tiburones. Ellas dudan, pero aceptan. Y es allí, en la toma de decisiones de los personajes donde comienzan las incoherencias; a pesar de estar ligada a un género, como el terror, que no exige demasiada congruencia en las acciones y la trama.
La fotografía está plasmada de manera distinguida en la profundidad del agua, dónde todo está cubierto por un color azul oscuro, jugando con la gama de colores. Los efectos especiales están bien realizados, con los tiburones que pasan cerca de la caja, produciendo sustos predecibles. Hay algunos momentos de tensión muy bien logrados durante la película. Uno es cuando están a punto de entrar en la jaula para meterse bajo el agua, en el reino del tiburón. Allí debajo quizá se sienta más empatía con el tiburón, debido a la mala elaboración de las protagonistas.
En Jaws de Spielberg, por ejemplo, el tiburón funciona perfectamente como antagonista porque está en un lugar que no debe estar, o en Alerta en lo Profundo (Deep Blue Sea) dónde un grupo de científicos se convierte en presa de unos tiburones inteligentes, obligados a defenderse debido a la rotura del barco. Pero aquí los tiburones estaban encerrados en corrales, siendo apuñalados por hipodérmicas, queriendo obtener la cura para el alzheimer. En este caso quizás empatices con el animal o con el ser humano de igual manera. Pero resulta que en A 47 Metros las protagonistas son como un anzuelo sin carisma, las cuales no te generan temor por si mueren o sobreviven.
Es común explicarles algunas cosas al espectador cómo por ejemplo como es un arma de arpón, la narcosis por nitrógeno, o el síndrome de descompresión rápida. Pero en esta película se sobre explican las situaciones. Si hasta hay escenas en donde una de ellas relata lo que estamos viendo en pantalla, resultando molesto, como si el director y el guionista no confiaran en que haya silencio en el film, por miedo a que tenga un tono adormecedor.
Más allá de estos errores en el guion, los efectos y la banda de sonido están bien. El azul profundo logrado por la fotografía de Mark Silk genera por momentos un ambiente sofocante. Los sobresaltos de los tiburones (Que no aparecen mucho en el film) son muy predecibles, dándonos a entender que el director quería que prevalezca la atmósfera asfixiante, junto con el miedo al encierro, la ansiedad y la desesperación, aunque un experimentado espectador del género se divertiría mucho más si la deja de ver un momento, para luego volver y tratar de descifrar que sucedió, desentrañándola sin problemas.