Memoria

Crítica de Catalina Dlugi - El portal de Catalina

En este fascinante y bello film de Apichatpong Weerasethakul, el premiado director tailandés, filma por primera vez en inglés y castellano y fuera de su país. Eligio a la maravillosa Tilda Swinton como una mujer que parece pasar por las cuerdas del tiempo, el espacio y la sensibilidad sensorial, como única conocedora de conexiones y relaciones del mundo real, pero en planos distintos, no frecuentados. El realizador habla de la memoria del mundo, especialmente desde los sonidos que viajan para sobresaltarnos, darnos alarmas de peligro, despertarnos en la mitad de la noche, entregarnos a la ensoñación y la búsqueda. Ese sonido que la protagonista define “como una bola de concreto golpeando una pared de metal, rodeada de agua de mar” y luego redondea con estas palabras “es como un estruendo desde el centro de la tierra”. Un sonido personal que ella busca replicar con un ingeniero de sonido, mientras se mueve con la levedad del ser entre situaciones distintas. La enfermedad de su hermana y una explicación que tiene que ver con la posible maldición de un perro, un animal que en una sub trama interactúa con ella. El realizador habla también de un pueblo de la selva que se hace invisible por hechizos de los viejos de la tribu, por rituales inasibles que pueden significar horadar el cráneo de una niña para liberarla de los espíritus, o el encuentro con un hombre que es el recipiente de la memoria de su vida o la vida, como si fuera posible retener la calidez del abrazo de una madre cuando uno es apenas nacido. Un viaje metafísico único y de ensoñación permanente. Aunque con unas pocas escenas también pinta la realidad más dura de Colombia, los controles militares, el miedo a la violencia cotidiana. El mundo real atravesado por las conexiones invisibles, los hilos de la poesía y lo luminoso, con las puertas abiertas de la percepción.