911 Llamada mortal

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

El juego del "gato y el ratón" aparece acá potenciado con las comunicaciones telefónicas y los llamados al 911 de Emergencias, que pone en vilo a la protagonista y a las fuerzas policiales.

911 Llamada mortal (The call en el original) es una película de suspenso con una tensión que nunca decae y que pone en juego una serie de recursos quizás ya vistos en títulos como Celular, pero que adquieren aquí peso dramático en la trama y en el clima asifixiante que propone la película.

Una joven (Abigail Breslin, la actriz de Pequeña Miss Sunshine y Tierra de zombies) es secuestrada por un desconocido que la encierra en el bául de un auto (lo mismo ocurre en la recíen estrenada Contrarreloj) y quien recibe el llamado al 911 es Jordan (Halle Berry), una operadora con experiencia en el tema pero traumada por una experiencia anterior. Su misión consiste en tranquilizar a las víctimas y dar aviso a la policía pero este caso parece salirse de sus carriles.

Con un planteo que atrapa al espectador (los llamados de cientos de personas desesperadas) y con ecos de El silencio de los inocentes, el relato crece en intensidad de la mano del realizador Brad Anderson (El maquinista) y coloca al espectador como partícipe de una investigación en la que cada minuto cuenta.

Entre persecuciones automovilísticas en la autopista, conductores que advierte el peligro y una chica que está a punto de morir, Jordan hará lo imposible -comunicación telefónica mediante- para rastrear la llamada y el vehículo que lleva a la presa.

Anderson cuenta con una actriz capaz de transmitir la angustia y la incertidumbre que causa este tipo de trabajos, al punto que la protagonista organiza grupos de alumnos para desarrollar esas tareas mientras es contenida por su novio policía (Morris Chestnut). Por su parte, es más que correcta la elección de Michael Eklund como el villano de turno que va sembrando el horror cuando se alteran sus planes.

El film no pierde tiempo, va al grano, con una narración de ritmo sostenido, como los pulsos de la línea que mantiene en contacto a la "salvadora" y la "víctima" para llegar a un desenlace abrupto, violento y efectivo.