8 tiros

Crítica de Javier Luzi - Visión del cine

Llega la opera prima de Bruno Hernández, 8 Tiros.
Vicente (Luis Ziembrowski) y Juan (Daniel Aráoz) son dos hermanos al frente de un negocio que mezcla narcotráfico, trata de blancas y demás asuntos non sanctos pero que deparan pingües réditos. Uno es el jefe y el otro su mano derecha. Hasta que éste dice no va más y deja todo. Pero sabemos que es fácil entrar a ciertos sitios y la salida… lo vamos viendo. Vicente lo manda a matar y Juan logra sobrevivir pero finge su muerte por siete años. Ante la muerte de la madre de ambos regresa para cumplir una promesa que se hizo para sí en la infancia y desarrollar la venganza correspondiente.

Thriller de mafias, corrupción y connivencia policial y política que remite a sucesos revisitados por la tele casi cotidianamente (y que hoy en día están más que en auge), 8 Tiros (que se estrena a tres años de su rodaje) despliega un arsenal de acción y violencia en una escalada feroz matizándolo con un drama familiar y los sucios secretitos que se esconden bajo la alfombra de la casa paterna.
Más allá de un exceso explicativo en la recurrencia de los flashbacks que develan el pasado traumático que da curso al presente de la narración y alguna línea argumental poco desarrollada o que peca de cierta inverosimilitud (la trama de la agente de la DEA), 8 Tiros se toma en serio lo que cuenta, no cae en la parodia, ni exagera los trazos, apuesta por los climas y los tiempos que generan tensión y predicen el estallido final, respeta a sus personajes sin moralina ni bajada de línea y retrata con sequedad y acierto el tránsito de un ajuste de cuentas en los bajos fondos y las altas esferas.

En el elenco que completan Leticia Brédice, Roly Serrano, Maria Nela Sinisterra, -entre otros-, todos afiatados y convincentes en sus roles, se destaca la dupla fraterna donde Ziembrowski echa mano a sus reconocidos recursos y Aráoz redobla la apuesta de aquel personaje oscuro de El hombre de al lado, dejando al comediante que le conocemos para convertirse en un duro de temer.

Bruno Hernández confía en el género y a él se entrega en su opera prima saliendo más que airoso y ofreciendo un producto digno y atendible con 8 Tiros.