7 Salamancas

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

Gira mágica y misteriosa

Con belleza y poesía, esta inclasificable película saca a la luz la magia de Santiago del Estero.

"Se dice que La Salamanca es un lugar sagrado. Una cueva, un cruce de caminos o un lugar en el monte. Allí se puede invocar al Zupay -el diablo- para ofrecerle el alma a cambio de un don. Siete pasos llevan a La Salamanca". Cruza entre documental, road movie y película fantástica, 7 Salamancas es inclasificable. A partir del texto que encabeza estas líneas, está estructurada en siete capítulos, esos siete pasos -besar al sapo, abandonar el cristianismo, escuchar a los propios muertos, y más- que hay que cumplir para llegar a uno de los sitios míticos del noroeste argentino.

Marcos Pastor -director de Rastrojero, utopías de la Argentina potencia y de Ensayo, fragmentos de Sarah Kane- sigue el trayecto de un hombre que, haciendo dedo por las rutas de Córdoba y Santiago del Estero, va en busca de ese espacio misterioso. Esa búsqueda es tanto física y geográfica como espiritual: en el camino, ese hombre -interpretado por Manuel Echegaray- va presenciando conversaciones sobre el tema o se va entrevistando con gente a la que le consulta sobre esa leyenda (¿o realidad?).

No es mucho lo que consigue sacar en limpio: algunos refieren historias lejanas, borrosas, y otros directamente niegan saber algo sobre esas cuestiones. Pero lo importante no es La Salamanca en sí, desentrañar su enigma o su historia, sino el mundo que este hombre descubre en el recorrido. Un mundo en el que el cristianismo convive con antiguos ritos indígenas, en el que se habla tanto español como quechua, en el que los animales forman parte del mundo cotidiano. Un mundo con una magia subterránea que la película saca a la luz con belleza y poesía.