66 preguntas a la Luna

Crítica de Diego Brodersen - Página 12

"66 preguntas a la luna": la posibilidad de la reconciliación

La opera prima de Lentzou, presentada el año pasado en la Berlinale, es de esas películas que llevan al espectador a acercarse a los personajes haciéndose preguntas.

costumbrista e incluso grotesco. Son caricaturas con algo de obsceno: mientras la sobrinita dispara una horrible versión de una melodía clásica en su flauta dulce, los adultos conversan socarronamente sobre una aspirante a cuidadora de origen extranjero que poco y nada entiende de griego.

indirecto. 66 preguntas a la luna le pide al espectador paciencia, y esta se ve finalmente recompensada durante el último tercio de relato; es entonces cuando las piezas de la historia comienzan a encastrar. Lentzou no es nada cruel y el final de su primer largometraje logra emocionar más allá de (o precisamente por) la frialdad de todo aquello que lo antecede. Al fin y al cabo, esta película sobre “el ritmo, el movimiento y el amor (y su ausencia)”, como reza el subtítulo, es también una película sobre la posibilidad de la reconciliación.