65: al borde de la extinción

Crítica de Mex Faliero - Funcinema

A CORRER QUE SE ACABA EL MUNDO

Scott Beck y Bryan Woods, guionistas de las dos partes de Un lugar en silencio, encontraron con 65: Al borde de la extinción un dispositivo que funciona con la misma economía de recursos que aquellas películas dirigidas por John Krasinski. En pocos minutos nos ponen en situación: un padre que debe abordar una misión espacial, y que no regresará a tiempo a casa para ver con vida a su hija, aquejada por una enfermedad. En los siguientes minutos, seremos testigos de la lluvia de meteoritos que destrozará su nave, el aterrizaje forzoso en un extraño planeta lleno de dinosaurios y su encuentro con una joven, única sobreviviente junto a él. La forma de escape es alcanzar una cápsula ubicada a 15 kilómetros aunque, claro, para llegar a ella deberán esquivar y matar todos los bichos que se les interpongan en el camino. 65: Al borde de la extinción es un relato de supervivencia muy básico y que funciona porque está estupendamente narrado.

Sin demasiado alarde, Beck y Woods llevan al espectador de acá para allá, construyendo perfectas y pequeñas secuencias de acción, que funcionan como boyas entre los momentos de intimidad que comparten Mills (Adam Driver) y Koa (Ariana Greenblatt). La aventura que ambos personajes emprenden, obviamente, es la oportunidad que el relato le brinda a su protagonista de recuperar el vínculo que perdió al momento de subir a la nave: protegerá a Koa como no pudo hacerlo con su hija. Los directores y guionistas no tienen pudor en indagar en estos sentimientos del personaje, pero a su vez entienden los límites del melodrama como para que ese costado dramático no empantane la narración. La película fluye como una montaña rusa, demostrando de paso que la aventura con tinte familiar no tiene por qué eludir cierta rudeza. Los dinosaurios de 65: Al borde de la extinción no son lánguidos como los de la última Jurassic World, por ejemplo.

Posiblemente podamos cuestionarles a los directores el tono casi mortuorio con el que avanza el relato, pero también es cierto que hay una ligera comicidad, bastante retorcida por cierto, que encuentra el humor en lo siniestro. Así como la película es sumamente concreta a la hora de plantear su premisa y ponerse a andar, también lo es con lo que elige contar. Una película de aventuras narrada en 93 minutos no es algo que se vea todos los días, con la tendencia al estiramiento que tienen la mayoría las producciones actuales. Pero 65: Al borde de la extinción dura lo que tiene que durar. Es concreta, como ese aventurero interpretado con solidez por Driver, aquí explotando un infrecuente rol de héroe de acción pero con una carga dramática que le permite indagar en el costado más doloroso de un personaje tan recto como torturado.