500 días con ella

Crítica de Pablo Planovsky - El Ojo Dorado

Conocer el resultado, y tratar de olvidarlo.

"Sólo porque comparten los mismos gustos raros, no significa que sea el amor de tu vida". La frase viene de una chiquita que le da consejos al descorazonado Tom. Él es un jovencito que creyó haber encontrado a la persona indicada. Ella, Summer (Verano, en inglés) es una de esas chicas que tiene un encanto peculiar: es díficil decir que resulta tan llamativo de ella. O quizás, sea eso mismo: la incertidumbre, la peculiaridad, y los gustos excéntricos de la chica. Claro, a Tom se lo tiene que decir el cómic relief (está bien, la película es una comedia) de la película. Él, en el fondo sabe que va a chocar contra molinos de viento. Pero prefiere creer que son gigantes.
Pero los parentésis del título no están porque sí. Los 500 días que muestra la película no siguen un orden cronológico, sino que asistimos a un continuo vaivén donde descubrimos la amalgama emocional de los dos jóvenes enamorados. Incluso, sin el orden, la película se entiende. No será una historia lineal, pero sin embargo, así lo sentimos. Hay, por si las dudas, unos rótulos donde vemos a un árbol pasar por diferentes estaciones.
Sin embargo, lo que hace tan atrapante la película no es ni su estética light y pop (está llena de diálogos con referencias culturales, algo así como un Tarantino melancólico), ni su fragmentación postmoderna. El acierto está en Zooey Deschanel. La actriz tiene, sin dudas, una cara por demás, llamativa (lo que llevó a este crítico a soportar el bodrio insufrible de Shyamalan: El fin de los tiempos). La carita redonda de Deschanel tiene algo de ingeniudad, bastante inteligencia, algo de malicia, y a la vez, es como si estuviese constantemente escudandosé de que la lastimen. Es interesante, y crucial, la secuencia donde ella permite que Tom entre a su casa, y comparte alguna de sus más raras aficiones.
No sólo hay que alabar a Zooey Deschanel: Gordon-Levitt también es un gran acierto como el joven soñador que vive un amor platónico y utópico. La secuencia que muestra el estado de ánimo después de lograr un gran avance con Summer, con personajes animados incluidos, es uno de los mejores momentos de la película. A decir verdad, lo que hace tan buena esta película es el aire indie que tiene, se siente como una película chiquita, pero es grande en tanto prefiere plantear más preguntar que ofrecer respuestas. También hay aciertos como los temas de The Smiths (aunque hacia el final, más que aciertos son reiteraciones) y el vestuario de los personajes (creo que es una de las deciciones más acertadas desde la extravagante e inolvidable ropa de Annie Hall en Dos extraños amantes) o las constantes referencias/chistes con las películas de Ingmar Bergman, como el famoso plano de Persona, o el ajedrez contra la muerte de El séptimo sello. Todo esto no tendría demasiada gracia si el núcleo central de la historia, el romance entre los dos protagonistas, no fuera creíble.
La película es inteligente y se nutre del mejor cine romántico de la década: desde diálogos propios de Linklater (esas hermosas conversaciones filosóficas de Antes del atardecer), pasando por la fragmentación temporal de Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, a los diálogos sobre el amor y la cultura pop propias de Alta fidelidad (donde un personaje decía lo mismo que aquí reproduce Tom: la culpa de los malestares de amor la tienen las canciones pop-melódicas y las películas románticas). Y a pesar de estar muy influenciada por otras, (500) Días con ella tiene brillo propio: la comicidad y el tono distendido (aún tratandosé de una relación fallida) le dan un espesor dramático pocas veces visto en películas de este tipo. Y si tenemos en cuenta que tiene un buen pulso narrativo, y sus dos protagonistas son carismáticos, no estamos hablando de una obra menor. Para nada.
Roger Ebert en su crítica, decía que la mayoría de los críticos de EEUU ignoran los paréntesis del título. Le parecía correcto que lo hagan. Quien escribe ahora no podría estar más de acuerdo.