50 primaveras

Crítica de Rodolfo Bella - La Capital

En la flor de la vida

La crisis de los 50, las frustraciones, los proyectos incumplidos, los fracasos, los amores postergados y los reseteos afectivos son los temas de "50 primaveras" que la directora francesa Blandine Lenoir aborda de forma directa y sin dramatizar. La protagonista es Aurore, a su vez el título original de esta película sobre una mujer -podría también ser un hombre- a la que su médico le explica que a partir de cierta edad todo empieza a declinar. Pero Lenoir quiso hacer una película con y sobre mujeres.

   A los síntomas claros de la menopausia, se suman una hija posadolescente y embarazada, la renuncia a su trabajo de camarera como consecuencia de la clara subestimación de su nuevo empleador que la relega a estar detrás de la barra de un bar, la ausencia de una pareja estable y otros detalles de esa edad en la que la supuesta sabiduría que da la madurez no le permite a Aurora saber cómo enfrentar la partida de su hija menor. Y Lenoir lo hace todo en tono de comedia, con un guión ágil, un elenco de excelentes actrices y la consistente dirección de una cineasta que sabe de qué quiere hablar.

   Lenoir, que trabajó como actriz con el argentino Gaspar Noé, intenta representar de forma amable la declinación del cuerpo y las posibilidades, supuestas catástrofes para la sociedad, para el mercado laboral o para enamorarse. "A ustedes, los blancos, la discriminación les llega con la edad; nosotros tenemos la ventaja de que a esa edad ya la conocemos bien y no nos afecta", le dice a Aurora una compañera de trabajo negra. Sin embargo a esa certeza inexorable le opone los sentimientos y la dignidad. Sin golpes bajos ni lágrima fácil, la directora aborda un momento crítico, pero deja abierta la puerta a la iniciativa personal de darle batalla.