5 días sin Nora

Crítica de Emiliano Román - A Sala Llena

5 Días sin Nora, llega desde México a las carteleras locales con varios pergaminos encima, entre ellos el premio mayor de la última edición del Festival Internacional de cine de Mar Del Plata, y en verdad cumple con las expectativas. Mariana Chenillo, directora y guionista, narra una comedía sentimental basada en un episodio tan trágico como lo es el suicidio. Sin grandes pretensiones técnicas relata a la perfección aquellas vicisitudes que atraviesan los humanos insertos en nuestra cultura, cuando se encuentran ante tan dramático acontecimiento.

Nora es una mujer que después de 14 intentos lo logra, pero este acto no fue producto de un impulso melancólico, sino que lo ha diagramado a la perfección para que todo su entorno se vea afectado de manera particular ante tan terrible decisión. El que se encuentra con el cuerpo es su ex marido, José, a quién ella seguía amando casi obsesivamente y él irritándose con ella debido a sus manipulaciones. El hijo de la pareja, se encontraba de vacaciones y la muerte se produce en plena festividades judías, con lo cual el entierro, no se podrá realizar hasta dentro de cinco días.

El punto crítico es: el que se tiene que hacer cargo de toda la cuestión, es su ex-marido, a quién Nora le resultaba insoportable, de origen judío pero ateo confeso y renegador de toda tradición religiosa, José no tiene muchos pelos en la lengua y por momentos se muestra muy provocador. Lo que quiere es sacarse todo este asunto de encima lo antes posible, no obstante a este negador nato, durante estos cinco días, no le va a quedar otra que reencontrarse con su pasado y abrir los ojos.

A medida que transcurre el film, uno no sólo se va encontrar con las repeticiones suicidas de Nora, sino se irán desplegando las Neurosis de cada uno de los sobrevivientes, mientras que a su vez se denuncian los rituales religiosos de la cultura judeo-cristiana en una sociedad como la mexicana, que juega con la muerte y el dolor, para hacer valer intereses personales, de poder, y también el negocio que de ello deviene.

Chenillo se vale de diálogos brillantes, excelentes representaciones de los rasgos que caracterizan a los personajes principales, planos que enfatizan gestos, miradas y también el mobiliario, aquellos objetos que en la cotidianeidad de la vida pasan desapercibido pero que ante una situación de duelo, cobran alto valor ya que representan la presencia de la persona ausente.

Otros detalles interesantes son los continuos flashbacks, que funcionan como un relato no sólo de la historia en común que tuvieron Nora y José, sino también es una crónica muy interesante de la vida amorosa en sí misma, cómo aquello que en un primer momento enamora luego termina siendo lo más odiado.

Se trata de una comedia negra muy inteligente que desdramatiza eso que nos perturba tanto como lo es la muerte, pero también interroga los rituales que hacemos para elaborar dicha cuestión, tal como lo hicieron nuestra Esperando la Carroza y la inglesa Muerte en un Funeral, entre otras.