4x4

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

El film de Mariano Cohn propone un interesante "juego del gato y el ratón", una verdadera lucha por la supervivencia en medio de un clima de inseguridad que pone a los personajes al borde del abismo.

Ciro -Peter Lanzani-, un experto ladrón de autos que sigue los pasos delictivos de su familia, decide forzar la puerta de una 4x4 y sus planes se ven frustrados cuando no puede salir de la camioneta. Encerrado en el lujoso vehículo, Ciro comienza un desesperado intento por romper vidrios, puertas y hasta disparar -con muy mala suerte- para poder escapar. Todo hasta que recibe un llamado que parece ser su única oportunidad. Del otro lado del teléfono de la camioneta está el médico Enrique Ferrari -Dady Brieva- que deja encerrado al protagonista en su vehículo acorazado porque está harto de los robos y es quien pone en marcha un plan siniestro.

El director va construyendo un juego claustrofóbico en el que el victimario pasa a ser la víctima -¿Quién es quién en el relato o ambos son víctimas del sistema?- de un psicópata que tiene todo bajo control.

La cámara se posa sobre Peter Lanzani, quien sostiene la tensión del encierro y la transformación que va atravesando su personaje cuando cumple cinco diás dentro de la camioneta, sin agua, sin alimentos, con frío, calor y herido en una pierna por el disparo. Su trabajo se lleva aplausos por la exigencia de su personaje. Un grillo es su única compañía en esta trampa mortal. 

El filme pone el acento en un exterior amenazante -hay intentos de robo, policías merodeando el vehículo y hasta una pareja teniendo sexo- que no escucha su pedido de ayuda y una secuencia onírica que parece el único escape de Ciro.

La mirada de la propuesta se posa en un tema de actualidad como la inseguridad, la justicia por mano propia y los linchamientos de los vecinos. Todo el andamiaje funciona mejor en su primer tramo y deriva luego a una trama policial que tiene repercusión en los medios de comunicación cuando aparece el negociador de la policía encarnado por Luis Brandoni. Es un acierto que Ferrari aparezca como una "voz en el teléfono" y luego se corporice para potenciar la figura del villano entre el dilema moral y la culpabilidad que recae sobre cada uno de ellos.