47 Ronin: La leyenda del samurai

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Leyendas, mitos y FX

Entre las leyendas del oriente milenario, 47 Ronin es una de las famosas por haber sido adaptada varias veces al teatro y al cine. En concreto, los Ronin eran 47 samuráis que vengaban el suicido de su maestro, dirigiendo elaboradas vendettas hacia sus contrincantes. Esto ocurría en el siglo XVIII, como puede verse en la versión del maestro Kenji Mizoguchi, de 1941.
La presente realización, yendo a lo obvio, mezcla un imaginario medieval de brujas con monstruos animados por computadora, y entrega el protagónico a Keanu Reeves como Kai, un mestizo anglo japonés que se erige en líder de la tropa. Si Mizoguchi viviera, armaría su propia elite para liquidar al director, Carl Rinsch; pero esto es Hollywood, siglo XXI, y el bombardeo de los sentidos en 3D está a la orden del día. Dicho esto, 47 Ronin es una película entretenida, con buenos efectos y un gran despliegue de Hiroyuki Sanada como el guerrero Oishi, Tadanobu Asano como el malvado Kira y Ko Shibasaki como Mika, la hija del maestro samurái que se disputan Kai y Kira. El papel de Reeves es más bien decorativo y resulta un paso atrás luego de su documental Side by Side, acerca de (vaya coincidencia) los pros y contras de la digitalización en el cine.