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Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Se podría decir que este filme del realizador Fernando Meirelles es una muy libre traslación de la obra teatral “La Ronda”, escrita por Arthur Schnitzler (1862- 1931) a principios del siglo XX. (Como nota de color, a tener en cuenta por el contenido de la obra, agregar que el autor era médico y amigo de Sigmund Freud)

Llevada al cine muchísimas veces, tiene como punto más alto la recordado la versión de Max Ophuls (“La ronda”, 1950, que contó entre sus intérpretes con actores de la talla de Simone Signoret, Gerard Phillipe, Serge Regiani, Simone Simon, Danielle Darrieux, Anton Walbrook, entre otros.

En la versión actual también se recurre a grandes nombres como Jude Law, Rachel Weisz, Anthony Hopkins, Ben Foster, etc, para sostener desde allí, en principio, al producto. Pero hoy en día parecería que luego de 117 años de la invención del cine y 112 de que se escribió la obra, no fuera suficiente. Si en la obra original del escritor, como en la versión fílmica de 1950, todo circulaba dentro de una misma ciudad, y cada personaje entraba en contacto con la historia siguiente hasta volver al principio, y lo que se ponía en juego era la sexualidad y las vicisitudes que atravesaban todas las capas sociales, a la vez que ponía en juego las enfermedades de contacto sexual, en esta versión parecería ser que la intención es darle un giro hacia la historicidad.

Ya no se delimita el relato en un espacio sino que este, tal cual la globalización, atraviesa y pone en contacto varias ciudades del mundo y en su discurso cobra importancia la dialéctica espiralada de la historia, esto es la que implica que lo que cambia son las personas, pero los personajes se repiten. El relato empieza y termina de la misma manera, casi con el mismo dialogo, sólo que son otras personas las que lo articulan. Este cierre es el que a mi entender sostiene esta posibilidad de lectura.

El problema principal es que casi ninguna de las historias, que más adecuadamente podría denominarse situaciones temporales de los personajes, no esta debidamente desarrollada, no conocemos las motivaciones que mueven a cada héroe a realizar lo que ejecuta. En realidad sabemos muy poco al respecto, y en algunos casos nada de su pasado. Por qué razón, salvo el económico, alguien decide prostituirse. Varias veces en el filme se repite la frase “si ves un atajo en el camino, tómalo”, de hacerle caso deberían informarnos cual es el objetivo final, pues si va hacia algún lado, lo económico sería sólo el vehiculo.

Qué motiva a que un ejecutivo, felizmente casado y perdidamente enamorado de su esposa, quiera una aventura con una prostituta, o por qué razón una mujer casada quiera cortar un romance clandestino, la constitución del mismo esta dicho por el personaje en tres palabras.

Todas las historias que van de Viena a Londres, Paris, Phoenix, Río de Janeiro, para volver a Viena. Están unificadas por la misma cualidad de ser victimas de una situación en un momento determinado en que sus vidas se van cruzando, generando una paleta de conflictos típicamente humanos, pero volviendo al punto de no estar desarrollado ni cerrado. Temas como la religión y sus mandatos, la infidelidad, la culpa, la insatisfacción, los sueños truncos, los estados depresivos, y la violencia en casi todas sus variables de género y sociales, entre muchas otras, quedan referidos pero no debidamente tratados.

La utilización de una infinidad de recursos técnicos terminan por ser sólo justificados por lo meramente visual, no parece haber una búsqueda estética en ellos, así la partición de la pantalla en dos, tres o cuatro partes mostrando a los personajes en continuidad de relación a sus actos, o al mismo acto en otro espacio, es simplemente lucecitas de colores efectistas, ello no quita que al mismo tiempo logre ser en muchos casos efectivas.

La estructura elegida, tiene como plus a favor la de agilizar la progresión del filme, pero al no haber consistencia dramática, salvo en contados momentos, sostenidos desde un supuesto sentido del suspenso, no alcanza la efectividad necesaria.

Lo dicho, intenta instalar otro tipo de discurso, eso es bueno, sólo que lo logra a medias, y por sobre todas las cosas, no aburre, eso es mejor, pero no suficiente.