327 cuadernos

Crítica de Blanca María Monzón - Leedor.com

Todo lo que leo no me gusta

“¿Hay una historia?…Me parece una pregunta muy seria. Mientras estás haciendo un documental, todo el tiempo pensás si algo de ese registro vale convertirse en una historia”

Respiración Artificial

A pocos instantes de comenzado el film resulta imposible no pensar en Respiración Artificial, (1980) la primera novela de Ricardo Piglia, probablemente una de sus obras más relevantes: Porque acá va a ficcionalizar todas sus obsesiones, y presenta al que será su alter ego, Emilio Renzi. Anticipo a su vez de Critica y Ficción (1986), un lúcido ensayo sobre su pasión por la literatura, y sus relaciones con la crítica, la política, el cine, el sicoanálisis…la historia.

Veinte años después, luego de haber compartido con Ricardo Piglia su trabajo en Macedonio Fernández (1995), Andrés Di Tella regresa a hablar de Literatura, y de las relaciones implícitas entre la realidad, la ficción, y la política, tan características de la Historia Argentina, tanto, que muchas veces nos lleva a preguntarnos: ¿Si esta no posee un modo específico de usar la ficción? Claro, la ficción como un contra relato, cuya narrativa esta pensada para socavar al discurso hegemónico.

Esta vez no se hablará de una novela que dura toda la vida de un hombre, que escribe en una habitación del Once…ni de la valija de cuero vieja donde otro hombre lleva toda su obra, que es toda su vida…Esta vez Di Tella se propone filmar los diarios de un escritor, 327 cuadernos escritos a lo largo de 50 años. Aunque de hecho su autor haya escrito, quizá profético e irónico: “Que no hay nada más ridículo que filmar su propia vida”.

El film comienza con una voz en off, y con imágenes de archivo del derrocamiento del General Perón en el 55, para luego pasar a una encuesta sobre el regreso del General. Es allí donde se inicia el registro de un proceso….el de hacer un diario de la lectura de un diario. El cual parte del exilio de la familia a Mar del Plata, a los 16 años.

De allí en más, Piglia será quien mire la escena oculto entre los recuerdos, en primera persona (como lo hace Renzi en Respiración Artificial cuando nos retrotrae al pasado por medio de una carta y una fotografía). Y Di Tella será quien se pregunte: ¿Como hacer para filmar el diario de un escritor?, -que es el eje de Respiración Artificial, es decir: ¿Cómo narrar los hechos reales?-. Por lo que el tema pasa inicialmente por reflexionar sobre ¿cual es el presente de un diario?, y en consecuencia cuestionar su estatuto. Para a posteriori acercarse a esa zona de experimentación que se mueve imperceptible entre la vida real y la ficción. Al diario como laboratorio… al lugar del encuentro entre el narrador y la historia que se cuenta. Porque Hay una historia, y porque con ella se hace un documental. Hay un escritor y un cineasta, que escriben- textos literarios y fílmicos- para saber que es la literatura, el cine, la vida, e indagar sobre sus relaciones con la política, la crítica, eccetera, para finalmente poder reconstruir sus propias autobiografías.

Aunque en su camino todo cambie… y se sume el dolor al relato, y se necesite de otro para escribir . Y por lo tanto, se decida pasar de una 1era a una 3era persona para regresar a lo no dicho. Un modo de intentar -enmanciparse de los imposibles-. Y en este sentido creo que tanto Piglia, como Di Tella, incluso Gustavo Fontán –que ha colaborado en el guión- han demostrado ser capaces de narrar con el arte de la elusión.

A un importante material de archivo fílmico, se suma el material de video casero, que da cuenta de otro tipo de relación entre el que registra y lo registrado. O el presente, que muchas veces es sólo paisaje, mera topografía, o el ruido de las pisadas sobre las hojas secas, o el agua que cae y golpea sobre los árboles o sobre los objetos, o las viejas paredes…mudos testigos cotidianos del día y la noche. Porque tanto este registro, como su recuerdo son las materias con las que se alimenta la Historia.

Princeton, Buenos Aires, Mar del Plata y Punta Colorada son los espacios que guardan los secretos, donde en estos dos años de filmación han aparecido de a poco los mensajes cifrados en la memoria. Casi toda una vida.

Beba Eguía, Roberto Jacoby y Gerardo Gandini participan con sus miradas y relatos a la re-de-construcción de 50 años en la vida de alguien que ocupa un lugar importante en sus afectos.

En los últimos minutos, Piglia, mira el fuego que arde consumiendo hoja por hoja sus cuadernos, mientras la luz se cuela reflejándose en los cristales de sus lentes, metáfora del inevitable espejo al cual se sometió cuando aceptó mostrar un pequeño recorte de su extenso diario. El suficiente para mostrar un proceso donde se han conservado las experiencias, los sueños, los recuerdos, los sentimientos… Porque sabemos que en toda instancia los resultados siempre se subordinan a los procesos. Porque de ellos se aprende.

327 Cuadernos obliga al espectador a relacionar fragmentos, pedazos sin sentido, conscientes de que no van hacia la búsqueda de una verdad, sino en todo caso a encontrarse con versiones, que se superponen y contradicen. Pero son justamente esas contradicciones las que enriquecen este documental.

¿ O no es esa la consigna?: Ser una especie de lector-espectador detective, que se sume a este proceso de experimentación poética, que nos emociona con su arte de narrar.