300: El nacimiento de un imperio

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Atenas, epicentro de la acción

Después de 300, el film estrenado en 2006 de la mano de Zack Snyder, llega esta continuación dirigida por Noam Murro y la acción se manifiesta de la forma más violenta.

La flota griega liderada por el popular general Tesmístocles (Sullivan Stapleton) debe enfrentar a Xerxes (Rodrigo Santoro), el hombre que cree ser un Dios, y a su malvada aliada Artemisia (Eva Green). Xerxes viene de su victoria sobre los 300 soldados de Leonidas y llega a Atenas para sembrar el caos y la destrucción.

La pelìcula comienza con una imagen cenital del derrotado Leonidas (Gerard Butler en el film anterior) para dar paso a secuencias de acción constante que se mantienen a lo largo de todo el relato. Siguiendo la estética que acuñó Znyder, en 300: El nacimiento de un imperio tiene todo para atrapar al público y lo hace a través de una historia efectiva impulsada por personajes que luchan por su destino y la gloria.

Desde el campo de batalla con sus continuas explosiones de sangre (con los recursos del acelere o ralenti de imagenes) hasta los combates marítimos desatados entre las flotas enemigas, el film va construyendo una atmósfera en la que la supervivencia ocupa el primer plano. Y tampoco deja de lado el costado fantástico ccn la inclusión de pesadillas que sorprenden al protagonista.

Decapitaciones varias, ambiciones de poder, un pasado oscuro y un presente donde la venganza se hace presente hacen que las flechas den en el blanco en los momentos justos. Los fondos, creados digitalmente, también se transforman en personajes de esta historia que promete un tercer eslabón. Cambió el director y el protagonista, pero no la escencia.