30 noches con mi ex

Crítica de Marcelo Cafferata - LúdicoNews

Hace ya unos cuantos años (en el 2001 más precisamente) la película noruega “Elling” trajo a la pantalla grande con mucho humor y una gran ternura, el tema de la reinserción en sociedad luego de una internación psiquiátrica. Más recientemente “Loco por ella”, la comedia española de Dani de la Orden, da una vuelta de tuerca a la fórmula de la comedia romántica, cuando después de una fogosa noche de amor, Adri pierde la cabeza por Carla, una enferma psiquiátrica.

Algunos de estos elementos se vuelven a dar cita en “30 NOCHES CON MI EX” la comedia con la que Adrián Suar no sólo vuelve al cine con otro de sus roles protagónicos sino que además hace su debut detrás de las cámaras y se convalida como un hombre del espectáculo, conocedor de la receta para lograr un producto convocante, popular y atractivo, con una gran calidad en los rubros técnicos, un elenco ajustado y efectivo en donde incluso siempre aparecen personajes secundarios atractivos.

Loba (Pilar Gamboa) ha estado internada por un largo tiempo en una institución psiquiátrica y ahora la directora de la clínica le comunica que ya está lista para iniciar el camino de su reinserción social. Pero para que ese proceso sea más llevadero necesitará contar con la ayuda de su familia: su ex marido y la hija que ambos tienen en común. Turbo (Adrián Suar) está atrapado en las redes de su trabajo como financista en donde parece no poder abandonar ni por un minuto la cotización del dólar, las tasas de interés y los movimientos financieros cuando Loba vuelve a irrumpir en su(s) vida(s).

La propuesta es que Loba viva por 30 días junto a Turbo. Esta convivencia “forzosa” hará que se revivan algunos momentos de su vida juntos, que aparezcan la risa y la complicidad, la química que han tenido y aún conservan, pero también deberán trabajar sobre las crisis, el desequilibrio y la dificultad para sostener estala enfermedad que Loba no puede controlar.

El guion de Javier Gross (¿habrá apelado nuevamente Pablo Solarz al juego de utilizar un seudónimo?) sabe entremezclar los momentos (maníacos) de comedia con aquellos otros más cercanos al drama, siempre apegándose a una estructura de producto comercial efectivo y buscando que además de un entretenimiento sólido, pueda llegar algún mensaje.

Si bien Suar ya tiene aceitado el personaje que se guarda para sí en cada una de sus películas, tiene además de inteligencia de rodearse de parejas protagónicas potentes que además le permiten cierto lucimiento. Como una sucesora natural de los éxitos junto a Valeria Bertucelli, aparece ahora la figura de Pilar Gamboa en un protagónico a su medida, en donde puede dar rienda suelta a su talento y jugar desde el desborde hasta mover la fibra más íntima pasando por esos momentos únicos en donde su leguaje procaz, provocador e ingenioso genera una carcajada porque justamente ella logra el fraseo y el tono justo. Quien la haya visto alguna vez en teatro, sabe de su magnetismo y su potencia en escena y aquí en “30 NOCHES CON MI EX” logra sacar provecho de su personaje con todos los matices y los colores que se proponen.

Como en todo buen producto de la factoría Suar, brillan los secundarios y este nuevo filme, no es precisamente la excepción. Elisa Carricajo (compañera de Gamboa en el grupo Piel de Lava) se luce con un personaje completamente desopilante, muy diferente a todo lo que le hemos visto hacer en cine, ahora junto a Jorge Suárez, como la pareja de vecinos que se ven permanentemente “damnificados” por los diversos problemas que Loba genera.

Para los momentos más reflexivos Elvira Onetto como la directora de la clínica y con una gran sensibilidad, Pichu Straneo como uno de los internos que está enamorado de Loba, logran junto a Campi y una natural y desenvuelta Rocío Hernández (como la hija) conformar un elenco sólido y funcional al producto.

Este debut de Suar en la dirección, le permite volver sobre una fórmula muy exitosa de hacer cine, pero también, poder utilizarla en favor de un mensaje positivo para el difícil arte de lidiar con el desequilibrio psicológico y la locura en el marco de las relaciones afectivas. Como bien se menciona dentro de la película, es todo un tema no poder salir de la locura, como también lo es no poder entrar en ella: se sabe que es duro y complejo poder acompañar a este tipo de pacientes pero, como bien dice la protagonista, más difícil aún es padecerlo en primera persona.