2012

Crítica de Daniel Castelo - ZonaFreak

Emmerich Park

"Buscate un laburo honesto" podría uno decir rápidamente como para resumir lo que se siente después de ver más de dos horas y media de despliegue técnico, posproducción exasperante y todo ese arsenal de explicitación del presupuesto abultado que suele plantearnos el director de las impresentables Godzilla, Independence Day y 10.000 B.C.

Ya lo sabemos: Roland Emmerich la tiene larga y le gusta mostrar que es así y que mea más lejos que nadie y que se puede echar ocho polvos sin mosquearse. Los millones que papá Hollywood le da para sus fiestas de FX y maquetas grandilocuentes están ahí en pantalla para que los admiremos y, en el mejor de los casos, aplaudamos.

Por eso ya hizo explotar Washington en medio de un ataque extraterrestre, por eso aplastó a toda una ciudad bajo las garras del monstruo importado de Japón, por eso inundó Estados Unidos y aledáneos en su catástrofe anterior. Y por eso acá, para no quedarse corto e ir por más, se ocupa de destrozar el planeta entero.

Si la tenemos larga la mostramos, quedó claro. Y para no caer en la obviedad de Youtube, buenas son las distribuidoras internacionales y las pantallas grandes en alta definición. Allí está entonces el efectivo señor Emmerich, contándonos la misma historia de siempre, de familias disfuncionales en medio de una crisis cuasi bíblica (esas cosas que Spielberg contó o bordeó hace décadas con el delicado equilibrio que da estar por encima de la medianía), de decorados que se desmoronan, de narraciones que se desgajan tanto como los rascacielos o las calles que se abren a fuerza de maldiciones legendarias.

Quizá todo tenga que ver con que Emmerich y la idea de guión son cuestiones que no se cruzan nunca, que jamás encuentran su punto en común.

O quizá sea simplemente la hora de que este señor prolijo, este esteta de la nada más absoluta, ponga un parque temático y se deje de joder.