20.000 Besos

Crítica de Santiago García - Tiempo Argentino

La tan temida crisis de los treinta

La comedia dirigida por Sebastián De Caro presenta un tono de original con un protagonista que no pretende convertirse en héroe. Diálogos y situaciones que poseen un tono diferente a lo que el cine argentino.

Es difícil a veces definir qué clase de cine es el que se ha cargado de lugares comunes y clichés hasta que aparece una película que, simplemente, va por otro camino. Una comedia agridulce que elige un tono que no es habitual para nuestro cine, que tal vez sea el eco en las formas más amables del cine independiente americano pero que en definitiva tiene identidad y estilo propios. El protagonista tiene treinta años, un trabajo aburrido, un noviazgo que se termina y una vida que parece haber alcanzado el punto más alto de su crisis. Pero la película no avanza hacia terrenos conocidos. Porque los personajes, los diálogos, las situaciones, poseen un marco diferente a ese cine argentino –o extranjero– donde las películas parecen transcurrir en un mundo tibio, nulo, inexistente. Sin el más mínimo interés por el naturalismo, De Caro logra sin embargo una gran autenticidad emocional en el retrato de su protagonista, con sus contradicciones y sus aspectos menos agradables también.
Sebastián De Caro podría haber hecho personajes más fáciles, podría haber construido un protagonista más estándar, sin espacios de oscuridad. Pero como los grandes cineastas, prefirió ser honesto consigo mismo y entregarnos un protagonista que se equivoca, que no dice lo correcto, que toma decisiones dudosas, que peca de egoísta o necio, que brilla por su inmadurez y que a pesar de todo lo dicho no es merecedor de menos afecto por parte de la historia y sus espectadores. Los roles secundarios brillan todos, sin duda por méritos de los actores, pero también de una buena dirección. La sinceridad y la honestidad en un film no son necesariamente sinónimos de buen cine, pero cuando se trata de cualidades acompañadas por una buena película entonces sí deben ser destacadas.
Podrá no parecer 20000 besos un clásico de la historia del cine nacional, pero su originalidad es tan grande que es probable que ocupe un lugar de privilegio de aquí en adelante.