20.000 Besos

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Perdedores según el molde norteamericano

Hará unos 50 años, días más, días menos, Adriano Celentano sacudía el mundo entero con sus "24.000 baci" y los jóvenes de "El club del clan" empezaban aquí una serie de exitosas y entusiastas comedias con específico destino generacional. Medio siglo después, 4.000 besos perdidos en el camino, también el entusiasmo perdido en el camino, aparece esta película que también se propone como "comedia generacional". Con tipos medio apagados de 30 y pico que mantienen actitudes tardoadolescentes, sin ganas de comerse el mundo ni tampoco mayor habilidad para otras cosa.

Primer ejemplo: el protagónico, a cargo de Walter Cornas, es abandonado y en vez de cantar como Alberto Castillo "Victoria, cantemos victoria,/ ya estoy en la gloria,/ se fue mi mujer", le da un bajón y se refugia en la tristeza con un amigo igual de torpe en materia amorosa. En fin, es lo que hay, según parece, y lo bueno es que su público lo festeja. Los autores, Sebastián De Caro, panelista y realizador de películas indies locales, desde "Rockabilly" hasta "Recortadas", y Sebastián Rotstein, adaptador de "Casados con hijos", hicieron esta película según el molde actual americano. Caracteres nerds, humor geek y todo eso. Adaptados a un mejor espíritu: menos aceleración, cinismo reducido, un toque de melancolía y mucho sentido de la amistad y de la infancia perdida.

El resultado es atendible para casi todas las edades y se supone que agradable para los treintañeros, con loosers inofensivos y tono generalmente amable, aunque bastante por debajo de "Días de vinilo", entre otras cosas debido a una historia que avanza en base a escenas sueltas y chistes insulsos. Pequeña ironía, los personajes simpáticos y entusiastas corresponden a otras generaciones: el jefe de oficina con impulsos motivacionales que hace Eduardo Blanco, y la empleada aniñada que compone Carla Quevedo, cuyo personaje parece haberse criado con "Chiquititas". Y ni hablar de sus amigas, las Hadas de Banfield, contra las cuales nuestro protagonista no encuentra respuesta.