2/11 Día de los muertos

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

El árbol y el bosque

La fábula de una loba que baja de un monte para atraer a los perros y de esa manera conducirlos a las fauces hambrientas de los lobos fue el disparador que trajo como correlato una historia, en la cual los animales se transforman en humanos.

También la metáfora, a partir de la loba y su alto poder de seducción, resume la idea central de las tentaciones y el peligro que implica sucumbir ante lo desconocido cuando los mandatos, ya sean culturales o más íntimos, predican lo contrario. 2/11 Día de los muertos es otra apuesta al cine de género que tiene como responsables máximos al realizador Ezio Massa (Cacería, Villa) y al crítico y ahora guionista Sebastián Tabany, quien ya había incursionado en la dirección y guión de un cortometraje titulado Kidon.

Al igual que en Kidon, el esquema narrativo de la fragmentación se reitera en 2/11… al entremezclar puntos de vista entre dos hermanos: el de Santiago (Juan Gil Navarro) y el de Elías (Nicolás Alberti), conectados por un pasado que se relaciona con la muerte de sus padres pero separados por celos o reproches llevados encima desde tiempo atrás. Las diferencias entre ambos también se ven representadas en la distancia y en el trato poco amable de uno para con el otro, aunque Santiago carga con la responsabilidad -y tal vez por culpa- de enderezar la conducta de su hermano, siempre desafiante incluso al establecer un vínculo amoroso con Mechi (Agustina Lecouna), la ex de Santiago.

¿Pero cómo entronca este conflicto de carácter fraternal con la leyenda de la loba? La respuesta la da un misterioso hecho en el que Elías queda lo suficientemente trastornado para no emitir sonido mientras que Santiago, en su carácter de policía de pueblo (se rodó en locaciones de Chascomús) atará cabos, decodificará los miedos y silencios de su hermano para confrontar con los propios y encontrar más preguntas que respuestas en el bosque. 2/11… no es un film de terror, sino que mezcla elementos genéricos apelando a la inteligencia del público para no servirle en la trama todo en bandeja ni caer en sobre explicaciones, con una cuidada puesta en escena y actuaciones sobrias, tanto de sus protagonistas como de los secundarios entre quienes se destaca Carlos Kaspar, ayudante de Santiago en la investigación.

Ezio Massa se apoya en un interesante trabajo del director de fotografía, Leonardo Val, para maximizar la riqueza plástica de algunos encuadres no convencionales o angulaciones pronunciadas en planos, que obedecen más a lo psicológico que a lo meramente estético. Utiliza flashes para que estalle la imagen en pantalla y deje huellas o rastros en consonancia con las escasas revelaciones que puedan o no descubrirse en esta fábula, que abraza una identidad propia y construye un universo en el que los miedos del pasado son uno de los árboles dentro de un inmenso y misterioso bosque.