1945

Crítica de Catalina García Rojas - Visión del cine

Filmada en un atrapante blanco y negro, 1945, de Ferenc Török, nos sumerge en ese año en un pueblo de Hungría donde la presencia de dos judíos con dos grande baúles despierta ansiedad y miedo en aquellos que se beneficiaron con su persecución.
Mientras el alcade se afeita y se prepara para el casamiento de su hijo, la radio anuncia que Estados Unidos acaba de lanzar la bomba atómica sobre Nagasaki. Es el 11 de agosto de 1945, la guerra en Europa terminó hace varios meses, pero todavía sigue latente. Las ruinas y restos carbonizados decoran el pequeño pueblo húngaro que, tras liberarse de los alemanes, ahora lidia con las tropas rusas que controlan este nuevo contexto y organizan las primeras elecciones.

Al mismo tiempo, a la estación llegan dos forasteros. Se trata de dos judíos que bajan del tren dos misteriosos baúles. Un personal ferroviario observa perplejo esta situación. Debe informar de ello. Esta inesperada visita genera incertidumbre y temor dentro de la pequeña población. ¿Qué hacen aquí?, ¿Qué llevan dentro de los baúles? son algunas de las incógnitas que se plantean. La ansiedad creada por lo desconocido es lo que conduce la película.

Para algunos países, el año 1945 representa la liberación nazi y el final del fascismo. Para otros estados de Europa del Este significa el traspaso del dominio de un gobierno invasor y totalitario por otro similar. El escenario que plantea la película de Török está cargado por un fuerte simbolismo. La presencia de dos judíos no genera alegría y celebración, al contrario, se convierte en una tragedia para toda la sociedad.

La mayoría del pueblo teme que reclamen las propiedades y posesiones que ahora viven como suyas. La sociedad se divide en bandos: por un lado, los que sienten culpa y por otro aquellos egoístas que actúan según la codicia y sus propios códigos de supervivencia. Sin embargo, es visible que todos los habitantes del pueblo están implicados.

El antisemitismo no lo inventó Hitler, estuvo presente durante muchos siglos en Europa. El dictador alemán lo utilizó para crear un régimen aterrador y violento, pero lo más trágico de su éxito fue la poca resistencia de las sociedades europeas. El guion de esta película está basado en Regreso a casa, el cuento corto de Gabor T. Szántó, y examina un lado de la guerra casi desconocido: el regreso del pueblo judío a las regiones donde fueron exterminados por los nazis. Este caso particular refleja cómo la sociedad húngara reacciona ante su llegada y el dilema que crea dentro de su superficial armonía.

La cámara de Török se dirige exclusivamente a los aldeanos y el caos que les genera lidiar con el pasado. Al estar filmada en blanco y negro crea un clima asfixiante e hipnótico que conmueve y atrapa. La fotografía y la impresionante musicalización ayudan a que la película deslumbre en todos los sentidos. Pero lo más impactante es el uso de los primeros planos íntimos a la cara de sus personajes que transmiten en detalle la reacción y los sentimientos encontrados frente a esta situación. A medida que los dos hombres marchan lentamente hacia el centro del pueblo la vida de sus habitantes se desmorona.