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Crítica de Catalina Dlugi - El portal de Catalina

Una película construida sobre una trama de suspenso, que tiene una línea de tiempo real, la llegada de dos judíos ortodoxos a un remoto pueblo rural húngaro, cargando dos cajas misteriosas y lo que esa visita provoca en casi todos los habitantes, que tiene profundas raíces en el racismo (muy anterior a la llegada del nazismo), la culpa colectiva e individual, la avaricia, la violencia. En un vibrante blanco y negro, con una banda sonora intrusiva y constante, con grandes actores y  planos que van de rostros a situaciones detrás de ventanas y visillos. La otra línea de tiempo colectiva es como una olla a presión que acumula su potencia inevitablemente. Es conocido que en muchos lugares, la denuncia para que se llevasen a los judíos proporcionaba enormes ganancias para los lugareños que se quedaban con sus propiedades, negocios y riquezas. Aquí la trama culposa incluye a los pobladores, funcionarios, el cura, el intendente. Los codiciosos  temen perderlo todo. Y reaccionan de diferente manera. Hasta serían capaces de lo peor. Como si se tratara de un western salvaje, pero hablamos de un período especial de la historia, la guerra esta terminada aunque se arrojan las bombas atómicas y la ocupación rusa todavía no se hace sentir, es prescindente. Los hechos también se multiplican, una boda en preparación, infidelidades, huidas, decisiones extremas. Una agitación imparable de lo colectivo enfrentada a una dignidad emotiva. . Un film que pone el acento en temas que generalmente se soslayan por razones de conveniencia y de practicidad, frente a reclamos que suelen ir al fracaso o cuestan mucho concretar. Muchos casos originaron también filmes recordables. El director Ferenc Torok, que escribió el guión con Gabor Szanro, contó con actores excelentes, una dirección de arte impecable, la acertada fotografía y banda sonora para comprometer emocionalmente al espectador con las mejores armas.