1917

Crítica de Diego Batlle - La Nación

¿Qué tienen en común La soga, del inglés Alfred Hitchcock; El arca rusa, del ruso Alexander Sokurov; Victoria, del alemán Sebastian Schipper, y Birdman, del mexicano Alejandro González Iñárritu, con 1917? Todas están construidas en un único plano secuencia, sin cortes evidentes (aunque queda claro que hay "empalmes" en momentos en que la cámara ingresa a zonas oscuras o a través de efectos digitales concebidos en la posproducción).

Más allá del indudable virtuosismo artístico (untour de force para el camarógrafo y sus colaboradores, para el director de fotografía y, claro, para los actores), la idea es trascender el mero prodigio técnico (que es real y merece el aplauso) para transmitir al espectador la sensación más pura, directa, creíble, inmersiva (y menos manipulatoria posible) de la experiencia cinematográfica.

Este dispositivo encuentra justificación y sentido en la propuesta que el coguionista y director británico Sam Mendes (el mismo deBelleza americana, Camino a la perdición, Soldado anónimo, Solo un sueño y un par de entregas de la saga de James Bond comoOperación Skyfall y Spectre) hace en 1917: exponer en toda su dimensión y crudeza las traumáticas vivencias en el frente de batalla.

La trama es muy sencilla (dos jóvenes cabos ingleses deben cruzar líneas enemigas para evitar que un batallón que ha quedado incomunicado realice un ataque en medio de una trampa preparada por los alemanes que podría desembocar en la masacre de 1600 soldados), pero esta verdadera odisea tendrá más de un obstáculo (explosivos escondidos, bombas, disparos enemigos, duelos cuerpo a cuerpo) y varias vueltas de tuerca que es mejor no adelantar.

Si bien hay intérpretes consagrados en papeles secundarios (desde Mark Strong hasta Richard Madden, pasando por Colin Firth y Benedict Cumberbatch), son Dean-Charles Chapman y George MacKay quienes cargan con absoluta convicción el peso dramático de la historia como estos dos soldados comunes obligados a vivir circunstancias extraordinarias.

Algunos han minimizado los logros de 1917definiéndolo como una suerte de videojuegoarty en el que los personajes se limitan a superar etapas. Pero este film -nominado a diez premios Oscar- resulta bastante más que eso: es una exploración física y psíquica, con un grado de inmediatez, de urgencia, de precisión y de intimidad pocas veces visto, sobre las consecuencias devastadoras de la Primera Guerra Mundial.