12 horas para sobrevivir: El Inicio

Crítica de Juan Pablo Cinelli - Página 12

Un capitalismo post Donald Trump

Integrada por La noche de la expiación (2009), 12 horas para sobrevivir (2014) y 12 horas para sobrevivir: El año de la elección (2016), la trilogía The Purge creada por James DeMonaco articula a partir de los recursos del cine de terror un universo único, reconocible y con leyes propias, que sin apartarse de las reglas del género enriquece su propuesta con apuntes sociopolíticos, dialogando de modo crítico con la realidad de su tiempo. El director y guionista imagina un verosímil futuro cercano en el que Estados Unidos ha colapsado bajo el peso de las inequidades producidas por el capitalismo. A partir de las desigualdades sociales, la delincuencia ha crecido de forma estrepitosa y un grupo de políticos mesiánicos, los Nuevos Padres Fundadores, aprovechan el escenario para crear La Purga. Se trata de una noche en la que todos los delitos están permitidos (incluyendo el asesinato), en la que hordas de ciudadanos de todas las clases sociales salen a cumplir sus deseos violentos. En consecuencia la tasa de criminalidad baja casi a cero, haciendo de Estados Unidos un ilusorio paraíso de 364 días al año y una sola noche infernal.

Con astucia, DeMonaco convierte a la lucha de clases en un cuento de horror que con cada nueva entrega gana en complejidad mientras avanza. Con el estreno de 12 horas para sobrevivir: El inicio la saga da un paso hacia atrás para contar el nacimiento de La Purga. A diferencia de las otras, esta no fue dirigida por DeMonaco (sólo autor del guión) sino por Gerard McMurray, un cineasta negro. El último dato, que en otros casos resultaría inútil, acá es importante porque el relato del origen tiene su epicentro en la comunidad negra y el eterno conflicto racial que atraviesa a la sociedad estadounidense. En esta precuela La Purga es un experimento que los recién elegidos Nuevos Padres Fundadores presentan como única posibilidad de salvar la grandeza americana. El mismo consiste en cerrar Staten Island, barrio insular de Nueva York que la película imagina como epicentro de la pobreza y gran población negra, para que los voluntarios liberen por una noche sus bajos instintos. Pero algo falla en el experimento y el diablo de la política mete la cola.

Aunque el film vuele a mostrar los pincelazos de ingenio y las acotaciones políticas que caracterizan a la serie, remitiendo de manera clara a un capitalismo post Donald Trump, se trata en realidad de su versión más llana e inocua. Y la que de forma más evidente remite a una saga pionera en eso de cruzar el terror con lo social: la de los Muertos Vivos creada por George Romero, otro neoyorquino, cuya primera película también tenía un protagonista negro. Elemental en materia de subtramas, musicalización y argumento, 12 horas para sobrevivir: El inicio tiene como virtud el trabajo sobre la histórica opresión sufrida por la minoría negra y acierta en hacer que, en oposición a los intereses de la política, una banda de narcos con conciencia social acabe convertida en la reserva moral de los Estados Unidos.