007 Spectre

Crítica de Martín Escribano - ArteZeta

MI PASADO ME CONDENA

Si Spectre terminara antes de los créditos iniciales, habría que aplaudirla de pie. Tremendo prólogo el acontecido en México durante el Día de los muertos que sirve, travelling mediante, para anunciar que el agente 007 deberá, esta vez, hacerle frente a los “fantasmas del pasado”.

Sam Mendes había dejado la vara muy alta con Skyfall y luego de tamaño arranque uno confiaba en que se venía el doblete, pero la magia se disipa luego de la primera hora y los casi 150 minutos de Spectre se hacen muy cuesta arriba. El argumento gira en torno a un plan que pretende dar de baja a los agentes doble cero y reemplazarlos por drones con el fin de ganar efectividad. Además, se propone unir varios servicios de inteligencia para acceder a un estado de “vigilancia total”. Para prevenir el crimen lo más importante es compartir información pero, claro, como se dice en Watchmen: ¿Quién vigila a los que vigilan? Todo se reduce, entonces, a un Bond vs. Snowden, ya que el impulsor de la propuesta es un villano omnipresente e intangible que, cual espectro, todo lo sabe, pues tiene ojos en todas partes sin estar en ninguna. Es la misma omnipresencia de la que habla Cronenberg en Cosmópolis y Laura Poitras en Citizenfour.

El problema es que la cara detrás del mal es la de Christoph Waltz cuyo Oberhauser no tiene nada que hacer frente al Hans Landa que supo interpretar en la reciente Django Unchained. Optar por el actor austríaco, doblemente oscarizado, fue una decisión tan sencilla como equivocada, aun más en una franquicia reconocida por entregar villanos memorables. A Waltz le pasa lo que le ocurría a Bond en Quantum of Solace: parece un niño caprichoso. La otra pata de la mesa que tampoco hace pie es la chica Bond: a Léa Seydoux los vestidos le quedan muy bien pero la química con su pareja es nula.

Sin chica y sin villano, los que vienen en auxilio del rubio y tosco Craig son Ralph Fiennes, heredero de Judi Dench, como M y el infalible Ben Whishaw, como Q. Hay que destacar también el enfrentamiento con Hinx (Dave Bautista, de Guardianes de la galaxia), que parece salido de Rápido y furioso, en sintonía con el Bond más “sucio” y físico de la última década.

Con tanta referencia a las películas anteriores de la era Craig y con “Writing’s On The Wall”, el tema medio melanco de Sam Smith (“Tell me is this where I give it all up?”) se hace imposible no hablar de “fin de ciclo”, pues Spectre cierra un gran arco argumental inaugurado en Casino Royale, allá por el 2006. Hace tiempo Craig dijo que se cortaría las venas antes de volver a ser Bond, pero la declaración la hizo dos días después de finalizado el rodaje de Skyfall. El tipo estaba cansado y sacaron la frase de contexto. En reportajes más recientes aclaró que lo hará hasta que le dé el físico y teniendo en cuenta que ronda los 47 años tranquilamente puede filmar una o dos más. Es cierto que Pierce Brosnan se retiró a los 49, también luego de cuatro películas, pero Roger Moore no dijo adiós hasta los 58 y otros Bond como el propio Moore o Sean Connery han aparecido en seis títulos.

Sea como sea, la próxima entrega deberá hacer algo más que cumplir. A no olvidar que estamos ante la saga más antigua de la historia del cine. Hay que hacerle honor al apellido.