Operación Skyfall

Crítica de Laura Osti - El Litoral

Algo huele a podrido en el MI6

James Bond es un fenómeno especial en la historia del cine. A través de los años (cincuenta ya) se va reescribiendo como una tradición inevitable. Van cambiando los guionistas, los directores y también los actores, pero el personaje se ha vuelto inmortal.

Precisamente, en estos días, se ha estrenado el hiperanunciado film de Sam Mendes, que es la versión 23a. de la saga Bond, con Daniel Craig como protagonista -quien ya hizo dos versiones anteriores y dicen que firmó para dos más- y con el ultrapromocionado tema musical compuesto e interpretado por Adele: “Skyfall”.

El caso es que las películas del superagente 007 no se pueden ver como una película más sino como una manifestación de ese fenómeno complejo que tiene su impronta propia. Es lo que es, un entretenimiento, pero además es un símbolo y constituye un capítulo aparte en la filmografía de todos los tiempos, hasta ahora no emulado por ningún otro experimento cinematográfico, siempre dispuesto a renovar su vigencia. Aunque le han salido y le siguen saliendo imitadores en todos lados.

En esta oportunidad, el director británico Sam Mendes asume el desafío y con un guión escrito por Neal Purvis, Robert Wade y John Logan, consigue otra vez atraer la atención del público, inyectando algunas características novedosas a la historia y también a la concepción del personaje.

Es evidente que en lo que respecta a trucos, las clásicas persecuciones, las peleas con armas o sin ellas, y el despliegue de escenarios, además de las mujeres bonitas y los automóviles fantásticos, Mendes ha preferido no innovar y pone de todo un poco. ¿En qué consiste su toque? En llevar el conflicto al mismo seno del MI6, algo que desencaja a Bond. Un Bond que en esta oportunidad, a poco de empezar la película, cae bajo el ataque de “fuego amigo” y es dado por muerto.

Esta situación provoca una crisis en los servicios de inteligencia británicos, y la propia M (Judi Dench) es sometida a una suerte de juicio político, donde un sector del aparato pretende destituirla. Bueno, el caso es que Bond no murió y al enterarse de los aprietos por los que atraviesa su jefa, reaparece para brindarle su apoyo.

Entretenimiento puro

Aquí comienza la verdadera acción de “Skyfall”. El superagente deberá enfrentarse a la conspiración, que está dirigida por el malvado Silva (Javier Bardem), que no es más que un ex agente descarriado, ofendido y resentido, que ha formado su propia organización y pretende destruir el poder del MI6 en venganza. Es algo así como un asunto personal, que trasciende como una cuestión interna. No se trata, en este caso, de un enemigo público que pone en peligro la paz del mundo.

Mendes apuesta entonces a la construcción de una trama de intrigas que pone en juego pasiones, sentimientos, lealtades y traiciones. Una lucha de egos, una competencia por el poder en la polifacética estructura de los servicios secretos británicos, con un malvado que roza lo caricaturesco.

Y si bien resulta que Bond no murió, parece que la que sí debe morir es M, para dar lugar a la renovación. Habrá que esperar las otras dos entregas prometidas para ver qué pasa.

Si es fanático de la serie, encontrará muchos detalles para disfrutar, ya que la película abunda en guiños referidos a las versiones anteriores. Aunque también se pueden encontrar similitudes, que no parecen casuales, con algunas propuestas de la competencia. Juegos y más juegos, para entretenerse durante dos horas y media.