Operación Skyfall

Crítica de Juan Pablo Martínez - A Sala Llena

En una escena de Skyfall, Q. le da a Bond nada más que una pistola para salir en su misión. Bond se sorprende de que Q. (que es un nuevo Q., más joven y nerd) no le haya dado alguno de los gadgets ridículos que se le suelen dar. Y Q. le dice: “¿Qué esperabas? ¿Una lapicera explosiva? Ya no hacemos esas cosas”. Es en esta escena donde se ve a las claras la intención del Bond de Sam Mendes: para Skyfall, una lapicera explosiva, elemento que sirvió para una escena memorable a puro suspenso hitchcockeano en Goldeneye, es una estupidez. Los gadgets, que en toda la saga Bond sumaban a la diversión general, hoy son considerados una chiquilinada. Esa arrogancia; esa manera de intentar diferenciarse y ponerse por encima del resto del cine de acción, que Skyfall considera “para la gilada” aunque este mismo año haya tenido un exponente extraordinario en Misión: Imposible - Protocolo Fantasma, la antítesis de Skyfall, resulta muy molesta, y es un elemento que recorre toda la película...