El 29 de septiembre de 1938 se firmó el Acuerdo de Múnich, en el cual intervinieron Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia. Allí se le permitía a Hitler y a su gobierno anexar la zona de los Sudetes de Checoslovaquia al Tercer Reich. Sin embargo, Hitler no quedó conforme con la situación, ya que él pretendía conquistar Checoslovaquia de forma completa, para luego invadir Polonia y cumplir con su política exterior de expansión hacia el este. Meses después, Hitler ordenó a las tropas alemanas invadir Checoslovaquia. A diferencia de Austria, donde había una gran cantidad de simpatizantes nacionalsocialistas, los checos se resistieron bastante a este avance alemán; sufriendo las consecuencias los comunistas, socialistas y judíos de dicho país. En este contexto se sitúa “Anthropoid”, la película de Sean Ellis basada en hechos reales. El film cuenta la historia del atentado contra el líder nazi Reinhart Heydrich, general de la SS y artífice intelectual de la Solución Final, a manos de los llamados “paracaidistas” checos. Si bien existe una cantidad infinita de películas del nazismo y la Segunda Guerra Mundial, hechas por los alemanes o los estadounidenses, “Anthropoid” propone una historia distinta y desconocida a la vista del hombre promedio. Es una película muy atrapante de principio a fin, que mantiene la tensión y el ritmo durante todo momento. No se vuelve repetitiva ni densa, sino que cada acción hace que la trama avance de forma exponencial. Existen algunas escenas un tanto crudas para personas sensibles e impresionables, pero que son necesarias para contextualizar lo que ocurría en aquella época y mostrar esa dura realidad. Con una historia tan fuerte, no podía hacerse una película light, había que exponer lo que verdaderamente sucedió. Los actores se encuentran muy correctos en su papel, destacándose la labor de sus protagonistas, Cilian Murphy y Jamie Dornan. También hay que hacer una mención especial para la ambientación del film, tanto los escenarios como las vestimentas de época. En síntesis, “Anthropoid” plantea una nueva historia de la Segunda Guerra Mundial, con una mirada diferente y proponiendo una misión poco conocida. La tensión, el ritmo, la acción, el drama, la ambientación, son elementos que hacen de este film una pieza perfecta que se debe ver. Puntaje: 4/5
Las sagas adolescentes/juveniles son moneda corriente por estos tiempos. Hace poco termino tal vez la más exitosa de la actualidad, “Los juegos del hambre”, mientras que otras como “Divergente” o “The Maze Runner” siguen vigentes. En esta oportunidad nos encontramos con “La quinta ola”, otra historia distópica, en la cual la sociedad sufre una invasión extraterrestre. Pero la particularidad es que se va dando por etapas o mejor dicho olas: primero se cortó todo tipo de electricidad; luego llegó la destrucción, en la cual subió la marea; en tercer lugar ocurrió una infección y la cuarta ola fue la invasión, donde los humanos no sabían quiénes eran los Otros y quienes no, porque todos tenían la misma apariencia. Es así como aumentaba la desconfianza entre todos. La película comienza a la espera de la quinta ola, presentándonos a la protagonista de esta historia, Cassie, la cual busca por todos los medios a su hermano menor debido a que se tuvieron que separar por una situación de fuerza mayor. Si bien volvemos a tener otra distopía y otra historia de adolescentes, la premisa del libro de Rick Yancey resulta bastante atractiva y creativa. Es la primera vez que nos encontramos con un ataque progresivo en etapas y que se introducen a los extraterrestres en argumentos de este estilo. En cuanto a las actuaciones, podemos destacar el papel protagónico de Chloë Grace Moretz, aunque por momentos podríamos no comprar lo que nos está vendiendo. Su personaje carece un poco de fuerza, pero a su vez probablemente sea más realista que en otras sagas. Una persona que se queda sola y debe aprender por sus propios medios a sobrevivir. Ocurre también, que algunas de las mejores escenas de la película se centran en los personajes secundarios y no en la protagonista, demostrando un poco esta carencia de fortaleza. Podemos encontrar algunas falencias en el guion, situaciones que se resuelven de una manera muy simple y tal vez no tan coherente, disminuyendo la verosimilitud de la historia. Además por momentos el drama amoroso resulta ser más importante que la situación límite en la cual están viviendo. De todas maneras, habría que ver si esto sucede también en el libro o si es algo meramente del film. Con respecto al ritmo de “La quinta ola”, comienza de un modo bastante potente y genera adrenalina y tensión en la mayoría del tiempo. A su vez, presenta buenos efectos visuales que ayudan a la credibilidad del argumento. Tenemos también una pequeña dosis de drama sentimental entre la protagonista y otro personaje que se encuentra en su camino, como suele ocurrir en este tipo de películas. Con algunos giros sorprendentes y un final que abre una puerta para una futura continuación, “La quinta ola” no es una película que sobresalga demasiado por encima de otras tantas sagas adolescentes/juveniles, pero propone una historia novedosa y creativa que sabrá entretener y atrapar al público que consume estos productos.
Vincent Lindon interpreta a Thierry, un hombre que lleva meses sin trabajar y al que se le dificulta proveer a su familia, compuesta por su mujer y un hijo que tiene capacidades diferentes (y por lo tanto también cuidados especiales). Tratando de afrontar su situación, un día consigue un trabajo como guardia de seguridad en un supermercado y deberá no solo delatar a los clientes, sino también a los empleados. Es así como “El precio de un hombre” tratará esa doble moral que tiene el ser humano. Una persona que luchó mucho tiempo por tener un trabajo y que sabe qué significa el desempleo, va a dejar a algunos de sus compañeros sin trabajo. Esa lucha entre el individuo y la comunidad; entre la auto-preservación y el altruismo. La temática del empleo y el desempleo es algo que les preocupa mucho a los franceses (y a los europeos en general en esta época en la cual están viviendo) y nos hace recordar un poco a la recientemente estrenada en nuestro país “Dos días, una noche” de los hermanos Dardenne, donde también se juega con esta dicotomía entre lo individual y lo colectivo, aunque ambas películas planteen dos puntos de vista diferentes. En “Dos días, una noche”, la cual se centra en una mujer que al volver de una licencia se encuentra con que el patrón le dio a decidir a los empleados entre dejarla a ella en su trabajo o ganar un bono, se busca apelar a la empatía de los compañeros y, en este caso, se prioriza lo personal. Asimismo, solo vemos la historia de Thierry y desde su punto de vista y es por eso que logramos empatizar únicamente con él. La labor de Vincent Lindon es destacable, quien sostiene prácticamente solo el argumento del film, si bien está acompañado por secundarios, pero que no son tan poderosos. A través de este personaje podemos tener una idea de la situación social, laboral y económica de la Francia actual (extrapolándose también al resto de Europa). Pero no solo es propio de un país o continente, sino que se puede extender a todo el mundo, ya que es algo más inherente del hombre, que de una sociedad en particular. “El precio del hombre” logra conmover a partir de su historia y su protagonista y nos llevará a reflexionar y a ponernos en el lugar de Thierry. ¿Qué haríamos nosotros en una situación similar?
“Él me nombró Malala” cuenta la historia de vida de Malala Yousafzai, una joven que desde hace algunos años comenzó una lucha por la educación de las mujeres en Pakistán, la cual la llevó tanto a que los talibanes la quisieran asesinar como a ganar el Premio Nobel de la Paz, convirtiéndose en la ganadora más joven. Basado en el libro “Yo soy Malala” y en entrevistas propias hechas por el director Davis Guggenheim, el documental retrata el día a día de la vida de Malala, la relación con su familia, su exilio en Inglaterra, los últimos años que vivieron en Swat, Pakistán, y la usurpación del territorio por parte de los talibanes, entre otras cosas. La película ahonda en la problemática de la educación femenina, no solo en Pakistán, sino en otras partes del mundo, donde las mujeres tienen prohibido ir a la escuela. El hecho de la educación como poder, como información, y que puede mejorar el futuro tanto de la persona como del mundo. La historia de Malala es apasionante y emocionante, una chica que comenzó su lucha alrededor de los 15 años y que se preocupa no solo por ella y su familia, sino por la igualdad de derechos de las mujeres. Y que a pesar de que la hayan amenazado de palabra y físicamente, nunca tuvo miedo y siempre quiso seguir adelante. Además es interesante conocer más acerca de su vida familia, porque el entorno en el cual se crió influyó mucho en las decisiones que tomó a lo largo de su corta vida. El incentivo de su padre, y el nombre que le puso: Malala. Por otro lado, además de la conmovedora historia de Malala, estuvo muy bien pensada la forma en la que se cuenta. Aparte de la vasta cantidad de material de archivo (videos de Pakistán, discursos dados por la joven) y las entrevistas, fue muy original el hecho de que cuando contaban acontecimientos que no estaban en imágenes, lo ilustraban con dibujos con una estética muy amena. En síntesis, “Él me nombró Malala” es un documental con una historia tan interesante como conmovedora, de una chica que a pesar de los obstáculos con los que se encontró en el camino, sigue con una lucha más importante que su propia persona: que todas las mujeres del mundo puedan estudiar.
La película dirigida por Uwe Janson, “Por la Vida”, se centra en Ruth, una mujer que es desalojada de su departamento y debe ser reubicada en otro sitio. Allí conocerá a Jonas, un joven que se verá enredado en la vida de Ruth, un poco por estar huyendo de su propia realidad y otro poco por curiosidad, ya que de alguna manera se sienten conectados el uno con el otro. Esta historia de vida nos llevará a recorrer distintos tiempos: nos centraremos en la época del nazismo y la Segunda Guerra Mundial, la postguerra y la actualidad. Esta transición temporal se realiza de una muy buena manera, con la utilización de recursos como recuerdos/flashbacks, videos antiguos y conversaciones. Todo se da de una forma muy natural e incluso se nota un cierto paralelismo entre el pasado y el presente de Ruth, como si se volviera a repetir el ciclo de su vida. La música es un elemento muy importante dentro de la trama, la cual denota una mezcla entre alegría y nostalgia, que acompaña de una manera muy acertada a la historia de Ruth. Se debe destacar las actuaciones de los protagonistas, sobre todo la de Max Riemelt que realiza dos personajes distintos en la película. “Por la Vida” es una historia simple, pero poderosa; chiquita, pero fuerte; que justamente presenta la vida de dos personas que tienen todo para perder o darse por vencidos, pero que esa unión y ese sostén que encontraron en el otro servirá para luchar por lo más importante del mundo: la vida. Más allá de retratar las historias de dos personas distintas (y con diferencia generacional) que por las vueltas de la vida se encuentran, el argumento del film es universal: todos debemos luchar contra diversos obstáculos y necesitamos de alguien en quien apoyarnos y que nos empuje para seguir adelante. Samantha Schuster
"El cambio de rumbo" En primer lugar hay que tener en cuenta los riesgos que se corren a la hora de hacer una remake. Suele suceder que la película que se estrene luego de la original nunca va a ser tan buena como la primera. No tendrá los mismos personajes ni actores, y probablemente no se termine contando la misma historia. Pero cuando se adapta un film extranjero es aún peor. Porque la película está concebida para una sociedad determinada (por más de que luego pueda universalizarse o tratar temáticas que son comunes a otros países), y la esencia de la pieza puede perderse por completo. Son otros contextos, otras costumbres, y es muy difícil que se pueda captar el alma de la película. Dicho esto sería bastante injusto sentenciar a una película por ser simplemente una remake. De todas maneras, las comparaciones suelen ser bastante inevitables. “Secretos de una obsesión” está basada en “El Secreto de sus Ojos”, la película argentina de Juan José Campanella, ganadora del Óscar a Mejor Película Extranjera en 2010, protagonizada por Ricardo Darín, Guillermo Francella y Soledad Villamil. Y en esta oportunidad existieron algunos cambios esenciales. La historia se centra en un equipo de investigadores contra el terrorismo, quienes junto a la fiscal del distrito, se ven repentinamente involucrados en un homicidio. ¿Por qué? Porque la hija adolescente de uno de ellos fue brutalmente asesinada sin ninguna razón aparente. Trece años más tarde vuelven a abrir el caso por una nueva pista que apareció. “Secretos de una obsesión” se adaptó a la sociedad norteamericana: cambió el fútbol por el béisbol, la pasión por la obsesión, el contexto político argentino por la persecución del terrorismo; es decir gran parte esencial de lo que hizo que “El Secreto de sus Ojos” se convirtiera en esa gran película. Es como si estuviéramos viendo una pieza diferente. Pero como decíamos al comienzo, es muy difícil recrear una historia tan exitosa y es por eso que fue un acierto cambiar grandes detalles del film original y adaptarlo a su propia sociedad. Probablemente si hubieran copiado lo que se cambió quedaría una película insulsa, frívola, sin sentimientos, porque no es una realidad por la que tuvo que pasar dicha sociedad. Es por eso que se puede tomar a “Secretos de una obsesión” como una película distinta, individual, y de esta manera funciona acertadamente. Porque nos ofrece un policial oscuro, con buenos giros que se presentan en la historia, como Hollywood está acostumbrado a hacer. La elección del elenco fue correcta, destacándose sobre todo la actuación de Julia Roberts en esta mezcla del papel de Guillermo Francella (el compañero del investigador principal) y Pablo Rago (familiar de la víctima). Es allí donde se pone el foco emotivo de la historia, ya que a diferencia de la original, una de las investigadoras está directamente relacionada con la víctima. Tal vez lo menos creíble (y relevante en este caso también) sea la relación entre el protagonista (Chiwetel Ejiofor) y la fiscal (Nicole Kidman). En síntesis, si se toma a “Secretos de una obsesión” como una película individual, funciona muy correctamente, porque tiene todos los condimentos de un thriller: intriga, suspenso, tensión, persecuciones. Sin embargo, si se recae en las comparaciones, probablemente salga perdiendo, porque le falta el alma de “El Secreto de sus Ojos”, esa esencia característica de ir más allá de una película policial, sino relacionarse muy apegadamente con un contexto y una cultura de una sociedad en particular. Samantha Schuster
La nueva película de Nacho Garassino, “Contrasangre” presenta la historia de Daniel (Juan Palomino), un policía retirado, devenido guardia de seguridad; la de Analía (Emilia Attias), una mujer víctima de una violación, y la de Julio (Esteban Meloni), un obsesivo que sale de la cárcel. Estas tres historias aparentemente aisladas se unirán por la intriga, el amor y la obsesión. La película comienza con una escena misteriosa, la cual nos atrapa desde un comienzo, ya que no entendemos del todo qué es lo que está sucediendo, pero queremos averiguarlo. Y durante el desarrollo de la historia se nos presentan ciertos momentos que hacen que esta historia nos siga atrapando. La música y la ambientación (tanto la iluminación que nos proporciona un paisaje oscuro como la decoración del bar y la utilización de los escenarios callejeros) influyen de una manera muy pronunciada, generando un clima propicio para llevar adelante esta historia. Al finalizar el film, quedan ciertos interrogantes que pueden ser interpretados libremente. Si bien no presenta un final abierto, hay ciertos pasajes que no se terminan de comprender del todo, sino que cada uno le puede otorgar su propio significado. De todos modos, hay que tener en cuenta que la versión que se vio en “Pantalla Pinamar” es la primera que se ve en el cine, y es por eso que el estreno comercial puede presentar ciertas modificaciones y correcciones. En síntesis, “Contrasangre” es una película entretenida, atrapante, que nos va a terminar metiendo en la historia, haciéndonos formar parte de ella, tratando de descubrir qué es lo que pasa y quién está contando la verdad (si es que existe una), al estilo de los policiales negros.
"Game Over" A la primera parte de “Sinsajo” la habíamos definido como un film de transición, ya que el último libro de la saga se había dividido en dos y el comienzo significaba una especie de introducción para la acción que vendría con el final. Fue una pieza más lenta, con menos agilidad, pero con esta segunda entrega se nota que ambas partes se complementan de una buena manera, tal como ocurre en el libro. “Los Juegos del Hambre: Sinsajo Parte II” retoma el final del film anterior, en el cual Peeta Mellark (Josh Hutcherson) es rescatado junto al resto de los Vencedores, pero ataca a Katniss (Jennifer Lawrence) cuando la ve, ya que durante su “estadía” en el Capitolio le lavaron el cerebro para conectar todo lo malo que le pasó en su vida a ella y así lograr desmoralizarla, controlarla e incluso matarla. Pero Katniss sobrevivió al ataque y luego de su recuperación está lista para la lucha. A pesar de que las órdenes de la Presidente de los rebeldes, Alma Coin (Julianne Moore), es otra, la chica en llamas toma su propia decisión, una vez más, y se encamina a una misión final: terminar con el reinado de Snow (Donald Sutherland) en el Capitolio. Como adelantábamos, “Sinsajo Parte II” es una película mucho más dinámica y posee mucha más acción que el film anterior. Si bien tenemos momentos con un ritmo más pausado, lento y reflexivo (necesario para generar un descanso en el espectador y no bombardearlo escena tras escena), los instantes de lucha contra los Agentes de Paz y los artilugios del Capitolio mantienen un clima de alta tensión y entretenimiento. Aunque baja un poco el nivel de la historia, por momentos nos hace acordar a esa sensación que sentíamos durante las dos primeras películas, cuando los protagonistas se encontraban en la arena en “Los Juegos del Hambre”, donde no sabíamos qué era lo que podía suceder; todos corrían peligro y el exterior también jugaba un rol importante. La doble moral y qué es lo que está bien y lo que está mal en épocas de guerra también cumple un lugar relevante en la trama y, probablemente, nos encontremos con la versión más cruda y violenta de toda la saga. Los entramados políticos y la manipulación siguen formando una parte esencial de esta entrega, al igual que en la anterior. Una de las preocupaciones era sin duda la participación de Philip Seymour Hoffman, quien interpretaba a Plutarch Heavensbee, un personaje que no tenía muchas apariciones en “Sinsajo Parte II”, pero que de todas maneras seguía siendo relevante para la historia. El actor falleció durante el rodaje y es por eso que quedaron algunas escenas sin realizarse. El director Francis Lawrence explicó tiempo atrás que se negaba a recrearlo digitalmente (aunque se puede sospechar un poco de esto en algunos planos) y es por eso que tuvieron que reescribir algunas partes del guión. Esto se ve reflejado en la película y, a comparación con el libro, las palabras que recibe Katniss de su parte pierden algo de fuerza, pero esto forma parte de una situación extrema. Seguramente los seguidores de los libros queden conformes con la adaptación que se hizo de esta última entrega, como de las tres anteriores, ya que se respetó la esencia de la saga en su integridad, dándole un buen cierre con este final. Con buena acción, momentos tensos y emotivos y todo lo que podíamos esperar de “Sinsajo Parte II” se le dio un buen cierre a una de las sagas adolescentes/juveniles probablemente mejor adaptada y más importante de este último tiempo.
Una de las temáticas más importantes que se trataron y se siguen tratando en Argentina es la referente a la dictadura militar ocurrida en nuestro país entre 1976 y 1983. “El Almuerzo”, historia que decidió contar Javier Torre, se centra particularmente en el almuerzo llevado a cabo en mayo de 1976 entre el entonces Presidente Rafael Videla y los representantes de la cultura Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Horacio Ratti y el Padre Castellani. Es decir, que se tomó un nuevo enfoque de la ya tratada (pero que es necesario que así sea) temática de la situación nacional. La película recrea la crudeza de una época en sus imágenes y la historia de la desaparición del poeta Haroldo Conti, las cuales se van intercalando con la presentación de las personalidades y el desarrollo del almuerzo en sí. Utilizando un gran abanico de fuentes documentales, Javier Torre capta la esencia del evento. La presión e impresión de los representantes culturales por almorzar con un Presidente (y en este caso lo que implicaba Videla) y el miedo y la valentía para tocar ciertas temáticas, como las desapariciones que ya estaban ocurriendo. Desde el respeto, se observan las actuaciones más que impecables de todo el elenco y una caracterización sorprendente de Alejandro Awada como Videla, Lorenzo Quinteros como Ernesto Sábato y, principalmente, Jean Pierre Noher como Jorge Luis Borges, que brinda una cierta frescura entre tanta tensión. El trabajo de maquillaje es sumamente destacable. Básicamente, “El Almuerzo” dará que hablar por su tema de la dictadura (y despertará polémica entre la audiencia), por las actuaciones de sus protagonistas, por la calidad de su iluminación y el toque antiguo y setentoso que se le otorga, entre otros elementos. Es una película que nos invita directamente a la reflexión, al recuerdo y al debate, porque busca enmarcar esta época de una determinada manera y expone a los personajes en esta realidad. Sin dudas es una película que todo argentino (y por qué no extranjero que se quiera interiorizar sobre dicho período) debe ver y compartir sus pensamientos con su círculo interno.
En el marco de “Les Avant-Premières 2015”, la séptima edición del Festival de Cine Francés de Buenos Aires, que se realiza entre el 9 al 15 de abril en nuestra ciudad, se encuentra entre su selección de películas “Dos días, una noche” de los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne. Esta película cuenta la historia de Sandra (Marion Cotillard), una trabajadora de una fábrica que previamente a su reincorporación, su capataz realiza una votación entre sus compañeros: elegir entre un bono de mil euros o mantener a Sandra en el trabajo. Frente a la sospecha de manipulación y presión entre los colegas, Sandra junto a una de sus compañeras consigue que se vuelva a realizar la votación. Es así como tendrá el fin de semana para convencerlos de rechazar el bono para poder conservar su empleo. La premisa de la historia es simple: frente a un hecho ocurrido, la protagonista deberá realizar ciertas acciones para lograr un cometido. Sin embargo, a medida que la historia avanza se va haciendo cada vez más compleja. ¿Por qué? Porque vamos interiorizándonos con las condiciones de vida de las distintas personas que trabajan con Sandra y tratamos de entender o no por qué la apoyarán o tomarán la decisión de conservar el bono. A pesar de que la historia se repita una y otra vez (Sandra yendo a ver a cada uno de sus compañeros para pedirles que recapaciten acerca del voto), el ritmo de la trama no disminuye ni se hace monótono. Uno piensa ¿irá a ver alrededor de diez personas a pedirle siempre lo mismo? Sí, eso pasa, pero cada personaje tendrá una reacción distinta y un contexto en el cual se encuentra inmerso diferente. Asimismo, también nosotros juzgaremos la decisión final de cada individuo, según la moral y la ética. ¿Hicieron bien en votar de tal y cual forma? ¿Qué hubiéramos hecho nosotros en una situación similar? De esta manera, “Dos días, una noche” nos propone el debate y la reflexión acerca de un dilema moral, que a pesar de estar contextualizado en una fábrica de Francia, se puede extender a cualquier trabajo de cualquier país; es una historia universal. Con respecto a las actuaciones, hay que destacar el impecable e increíble trabajo de Marion Cotillard, quien se pone la película en el hombro y, si bien está muy bien acompañada por Fabrizio Rongione, quien hace de Manu, el marido de Sandra y un personaje muy necesario tanto para la historia como para su mujer, se podría decir que todo el crédito se lo lleva ella. Su interpretación de Sandra es muy cuidada y logra demostrar esa entereza pero a la vez esa vulnerabilidad por la que transita su personaje. En síntesis, “Dos días, una noche” es un drama sumamente realista, que nos permite ponernos en el lugar del otro y empatizar con los personajes, gracias a un impecable labor de su protagonista, Marion Cotillard, y con una historia muy bien elaborada que se desarrolla de una manera perfecta.