EL HUMOR NOS SALVARÁ Emilia, la protagonista, viaja desde Ciudad de Buenos Aires a su pueblo natal en la provincia de Santa Cruz para retirar y cremar los restos de su mejor amiga, que se suicidó. Pero la vuelta a su ciudad, un tema recurrente en buena parte del cine independiente argentino, le trae viejos recuerdos (no sólo los de su amiga), sino de lugares, de su padre y de una ex pareja. La muerte no existe y el amor tampoco de Fernando Salem muestra ese encontrarse nuevamente con su pasado y cómo enfrentarlo en algunos casos. Por una cuestión de densidad, la película funciona mejor en los momentos en los que utiliza el humor, que está puesto como una válvula de escape al tema del suicidio. Las escenas en las que Emilia interactúa con su padre y su nueva familia tienen momentos muy divertidos: Antonella Saldicco (gran actuación) posee el timing para construir pequeños diálogos que generan risa. La relación con su antiguo novio también funciona y hay una escena, cerca del final, que pone la mirada en la mujer y hace pensar en esa frase que a todos nos dio vuelta alguna vez en la cabeza: “cómo hubiera sido mi vida con esa persona”. Sin embargo no todo funciona tan bien en la película de Salem. Por ejemplo, la relación entre la protagonista y su amiga fallecida no logra construirse de manera acertada. En la novela Agosto de Romina Paula, material de base para la película, la amiga se hace presente desde la voz en off, pero aquí se optó por eliminar ese elemento y por eso su presencia como personaje pierde fuerza. También le juega en contra que los actores con diálogos tienen tanta importancia en escena (Osmar Núñez es uno de ellos) que lo meramente físico que pueda aportar Justina Bustos (la amiga) a su personaje queda un poco eclipsado.
CONSTRUIR LA EMPATÍA Una película simple es a veces mucho mejor que una película con pretensiones que quieren dejar mensaje, palabra usada hasta el hartazgo cuando hay que justificar cierto cine. Las buenas intenciones, ópera prima de Ana García Blaya, es extremadamente simple en su construcción, pero tan conmovedora que uno empatiza por todos los lados posibles sin necesidad de subrayar todo lo que nos va mostrando a medida que avanza. El film aborda la historia de tres niños y sus padres divorciados contando con una trama de ficción que también utiliza fragmentos de videos caseros de la realizadora (aunque algunos están ficcionalizados). La relación de la hija mayor de la pareja con su padre es como un hilo conductor. Los demás personajes, que son los otros dos hermanos, la madre y su nueva pareja, más los amigos del padre, terminan de darle forma para que este relato personal de la directora (un homenaje al padre y su banda de música) adquiera un carácter universal. Todo el elenco está muy bien, aunque Javier Drolas y Amanda Minujín tienen timing para hacer pensar que son padre e hija en la vida real. El título puede remitir a todo lo que uno puede poner de su parte para tratar de cambiar algo, aunque sepa que eso nunca pasará. Es decir, esa terquedad inherente a todo ser humano que muchas veces queda explícita en los vínculos más íntimos y personales. Eso queda reflejado en una escena conmovedora entre el padre y su hija mayor en la que tratan de convencerse de que es mejor que cada uno siga por su cuenta. La niña se tendrá que ir a vivir con la madre y los hermanos a otro país aunque haya hecho todo lo que tuvo al alcance para quedarse con el padre. Y es precisamente el padre quien le dice que ya volverán a juntarse cuando termine la escuela primaria, sabiendo que no cambiará su forma de ser por más que le prometa cosas. La sensibilidad que exhibe García Blaya para narrar esto la posiciona como una cineasta a tener en cuenta a futuro.
SEGUNDAS OPORTUNIDADES Los Knacks fue una de las bandas que salieron por estas tierras luego del éxito de The Beatles. Y si bien su carrera fue mucho más efímera (1967-70), lograron ser reconocidos en nuestro país. Sus integrantes siguieron con sus vidas (algunos se dedicaron a sus proyectos solistas, como opr ejemplo uno que tuvo una banda de covers de The Beatles y que apareció en el programa de TV Badía y Compañía). Pero esta historia que parece ocupar un pequeño espacio de tiempo tiene un giro sorpresivo: en 2010 descubren que un disco con varios temas que no habían llegado a sacar cuando terminaron su contrato con la grabadora Emi-Odeon en Argentina, fue editado en Europa. Ahí es en donde realmente comienza el documental de los hermanos Mariano y Gabriel Nesci. Los Knacks: déjame en el pasado aprovecha esa vuelta de la banda, que en realidad significó un comenzar de nuevo. Porque si bien algunos de sus integrantes tenían expectativas realmente altas, paulatinamente las tuvieron que ir bajando. Todo ese camino de reinventarse está contado de manera brillante y parece guionado, aunque es lo que realmente les sucedió. Cambios de integrantes, intentos de videoclips (es muy gracioso escuchar algunos de los integrantes cuando ven el resultado), shows en boliches, despedida en un teatro, presentación en una competencia televisiva (gran momento cuando Vitico de RIFF, que es uno de los jurados, les da su veredicto) son algunos de los momentos que el documental rescata, entre constantes ensayos y charlas con los integrantes. Con un gran trabajo de montaje que aborda varias décadas y hace un recorte preciso, el documental de los hermanos Nesci tiene entre sus temas principales las segundas oportunidades. Pero también, y fundamentalmente, la perseverancia y el acostumbrarse a que no van a ser lo que ellos pensaron que serían y que el tiempo ha pasado. Los Knacks: déjame en el pasado sigue a una banda que hubiera merecido mejor suerte.
EL SUBRAYADO IMPONIÉNDOSE A LA SUTILEZA Lola (Sofía Brito), vuelve a su casa y no encuentra a su hija Rosita. Sus otros dos hijos le dicen que salió con su abuelo Omar (Marcos Montes) y todavía no volvió. Lola comienza a preocuparse porque tardan en volver. El contexto de escuchar sobre casos de violación y muerte en los noticieros no ayuda para que se calme, el tiempo pasa, hace una denuncia y en la comisaría se entera que su padre tiene antecedentes. La niña regresa, tiene una lastimadura, y el relato del abuelo presenta lagunas, por lo que Lola empieza a sospechar que su padre ha abusado de la niña. Toda esta primera parte del relato de Rosita está correctamente ejecutada pero los problemas comienzan cuando se entra en una remarcación constante de ciertos elementos para que se pueda entender que la relación entre padre e hija viene arrastrando inconvenientes previos. La película de Verónica Chen quiere tocar un tema importante, pero se desvanece porque no tiene sutilezas, se quiere trabajar sobre el terreno de lo que no se dice y se termina diciendo de más por la carga constante en los textos. Las breves apariciones de Javier Drolas y Luciano Cáceres tienen aspectos positivos, aunque el personaje de Cáceres termina siendo muy anecdótico y solo está en función de explicar un evento del pasado del padre de Lola, que en el final de la película servirá para subrayar de forma excesiva otra de las subtramas. Algunos actores están fuera de registro y su forma de expresar los diálogos queda sobreactuada, lo cual, paradójicamente, va a la par de una película como Rosita, que subraya en exceso lo que quiere transmitir.
JUEGO CON LO ANACRÓNICO Víctor es un director de cine (unos cortometrajes y una fiesta de 15 lo avalan) que está a punto de casarse. Harto de que su suegro lo manipule demostrándole todo el tiempo que sin su ayuda monetaria él y su hija no tendrían nada, decide involucrarse en la realización de una película porno financiada por un mafioso. Ese es el punto de partida de Porno para principiantes, nueva película del uruguayo Carlos Ameglio. Para empezar, uno de los méritos del relato es que esta coproducción justifica la aparición de tres países, logrando que el ensamble actoral no quede forzado. El contexto de la década del 80 le ayuda mucho a que el tema abordado y los chistes estén fechados pero aún así aggiornados, dando la impresión de que si Porcel y Olmedo hubieran sido bien dirigidos y contando con buenos guiones en sus películas, quizás hubieran logrado algo así. Hay mucho más humor verbal que físico (extraño si pensamos que se filma una porno), y ahí es en donde el film logra tomar altura y puede jugar con chistes que hoy en día no podrían hacerse por la corrección política sin ser tildados de sexistas. Hay un equilibrio en ese tipo de chistes, al reformular la mirada con los cambios sociales, pero no lo subrayan. Los actores tienen un timing para el humor -por la dificultad de hacer reír, esto es el mayor halago que se le puede hacer a un actor- y no desentona ninguno. Ojalá que Porno para principiantes sea la punta de lanza para que comiencen a tener más continuidad este tipo de comedias por toda Latinoamérica; es bienvenida la calidad al género.
RECUPERANDO EL POLICIAL CLÁSICO Un novelista de policiales (Osmar Núñez) viaja a una charla de escritores que se realiza en un hotel de la campiña. Un crítico (Luciano Cáceres) lo desafía para que le entregue su última novela inédita. Cuando espera la devolución de la crítica que este escribió, lo encuentra muerto en la habitación contigua del hotel. Junto a un escritor novato (Rodrigo Guirao Díaz) tendrán que resolver el misterio del crimen, ya que la habitación estaba cerrada por dentro: entonces cómo es posible hay entrada o salido el asesino. Se pueden encontrar muchas virtudes en Punto muerto, lo nuevo de Daniel de la Vega, un policial de enigma con atmósfera de cine clásico de los 30 y 40. Un film donde los diálogos son parte fundamental del entramado para que el guión sea sólido y fundamentado, acompañado de actuaciones sublimes como las de Núñez (entre los mejores actores de esta generación), Cáceres y la sorpresa de un Guirao Díaz que no desentona en ningún momento y termina funcionando apropiadamente como ese co-equiper en la línea Watson que estos relatos necesitan. Asimismo, los personajes secundarios están muy bien (cosa poco frecuente en el cine argentino, que no tiende a darle importancia a los papeles más chicos): por ahí pasan Natalia Lobo, Daniel Miglioranza y Diego Cremonesi, que acompañan con altura el relato, sin olvidarnos el papel fundamental que juega el personaje del gato Boris. Del mismo modo, los rubros técnicos se muestran sumamente sólidos: desde el sonido marcado/exagerado que tanto necesitan este tipo de películas, realizado por Germán Suracce; hasta la fotografía en blanco y negro de Alejandro Giuliani; pasando por la música de Luciano Onetti, que genera los climas de tensión, y la textura conseguida por la imagen gracias a Pablo Parés. Todo lo anteriormente mencionado se va complementando de forma fluida, decantando en un relato atrapante, que utiliza estereotipos y esquemas conocidos pero por vías realmente productivas y atractivas.
IDENTIDADES POSIBLES E IMPOSIBLES Un profesor de filosofía de la universidad de Asunción del Paraguay emprende un viaje al interior del país para averiguar más sobre Nueva Germania, un pueblo que fue fundado por la hermana del filósofo Friedrich Nietzsche. Un suelo lejano muestra en primera persona al docente, quien por una serie de charlas que tiene que dar pasará por este pueblo creado por antisemitas que querían traer su idea de raza aria y pura, pero fallaron por ser gente que no conocía el trabajo en el campo y no lograron hacer prosperar los cultivos. A través de las cartas que Nietzche se escribía con su hermana, conocemos mucho de la fundación y el pensamiento que se tenía, y lo que trataban de imponer en ese lugar; la constante desaprobación que tenía el filósofo a las ideas que promovía su cuñado Bernard Forster (el otro fundador, junto a Elisabeth Nietzsche, del pueblo); y cómo terminaron sus días en el lugar. Todo esto acompañado de diálogos con los lugareños que cuentan lo que es vivir en Nueva Germania hoy (su actividad principal es la cosecha de yerba mate) y los preparativos de la fiesta de la ciudad que todavía mantiene tradiciones alemanas. Una de las virtudes que podríamos encontrar en esta especie de documental/road movie es el trabajo que el director Gabriel Muro realiza con la voz en off para llevarnos al pasado y poder apreciar cómo se fue constituyendo esa experiencia fallida de imposición de un pensamiento y un modo de vida en un territorio hostil, especialmente cuando el pequeño grupo de extranjeros se fusionó con los lugareños. Desde ese posicionamiento, el film aborda con acierto la noción siempre esquiva de identidad, incluso aprovechando para indagar en las características actuales de la sociedad paraguaya, con su tendencia a callar su propia cultura y valorar lo extranjero. Con su construcción dialéctica, Un suelo lejano hasta logra interpelar experiencias y contradicciones de otros países de la región, aportando atractivas reflexiones.
IDENTIDADES POSIBLES E IMPOSIBLES Un profesor de filosofía de la universidad de Asunción del Paraguay emprende un viaje al interior del país para averiguar más sobre Nueva Germania, un pueblo que fue fundado por la hermana del filósofo Friedrich Nietzsche. Un suelo lejano muestra en primera persona al docente, quien por una serie de charlas que tiene que dar pasará por este pueblo creado por antisemitas que querían traer su idea de raza aria y pura, pero fallaron por ser gente que no conocía el trabajo en el campo y no lograron hacer prosperar los cultivos. A través de las cartas que Nietzche se escribía con su hermana, conocemos mucho de la fundación y el pensamiento que se tenía, y lo que trataban de imponer en ese lugar; la constante desaprobación que tenía el filósofo a las ideas que promovía su cuñado Bernard Forster (el otro fundador, junto a Elisabeth Nietzsche, del pueblo); y cómo terminaron sus días en el lugar. Todo esto acompañado de diálogos con los lugareños que cuentan lo que es vivir en Nueva Germania hoy (su actividad principal es la cosecha de yerba mate) y los preparativos de la fiesta de la ciudad que todavía mantiene tradiciones alemanas. Una de las virtudes que podríamos encontrar en esta especie de documental/road movie es el trabajo que el director Gabriel Muro realiza con la voz en off para llevarnos al pasado y poder apreciar cómo se fue constituyendo esa experiencia fallida de imposición de un pensamiento y un modo de vida en un territorio hostil, especialmente cuando el pequeño grupo de extranjeros se fusionó con los lugareños. Desde ese posicionamiento, el film aborda con acierto la noción siempre esquiva de identidad, incluso aprovechando para indagar en las características actuales de la sociedad paraguaya, con su tendencia a callar su propia cultura y valorar lo extranjero. Con su construcción dialéctica, Un suelo lejano hasta logra interpelar experiencias y contradicciones de otros países de la región, aportando atractivas reflexiones.
POR LA TEXTURA (Y LA MAGIA) DEL GIALLO Un mago (Germán Baudino) regresa luego de 30 años a un teatro de Turín en donde su padre fue asesinado supuestamente por su asistente en un acto de magia. Ni bien llegado al lugar, una serie de crímenes se volverán a producir en su entorno. Abrakadabra, tercer giallo de Luciano y Nicolás Onetti (los anteriores fueron Sonno Profondo y Francesca) exhibe las mismas virtudes que sus trabajos previos. De ahí que puedan apreciarse el acertado trabajo con la textura del color que remite directamente a los años 60 y 70, un cuidado diseño del arte y una buena banda de sonido (Luciano es el encargado de llevarla adelante). Asimismo, esta vez podemos sumarle actores principales (Baudino y María Eugenia Rigon) con un óptimo desempeño, más sus ya tradicionales actores de Azul, ciudad en donde se filmó la película. Los problemas radican en algunos pasajes del guión, principalmente cuando nos acercamos al final, que resulta un tanto confuso y llega de manera apresurada, aunque hay que tener en cuenta que la mayoría de los giallos italianos del 60 y 70 tenían también este inconveniente. Del mismo modo, si bien las muertes son atractivas desde la puesta en escena, algunas son muy plásticas desde lo estético (la escena en que la actriz Clara Kovacic es decapitada) y no están tan elaboradas en los momentos previos para ir escalando la tensión, factores que en el subgénero eran claves. Más allá de esto último, las películas de los Onetti siguen conservando su encanto y ojalá vuelvan al giallo en algún momento, ya que por lo que comentó uno de ellos, su idea es ir hacia otros subgéneros dentro del terror. Lo positivo es que seguirán filmando y con Abrakadabra demuestran tener un piso de capacidad y habilidad para releer y actualizar materialidades genéricas.
UNA COMEDIA QUE NO ARRANCA En Hora-Día-Mes, el director Diego Bliffeld sigue algunos momentos de la vida de Nardo (interpretado por el actor Manuel Vicente), quien vive y trabaja en un garaje llamado La Alborada. A lo largo de la semana que narra la película, Nardo trabaja en la cochera y lleva una rutina monótona, como corresponde a ese personaje algo gris. Así es como descubrimos que un hecho trágico de su pasado lo terminó llevando a trabajar en ese lugar. Pero lejos de lo trágico, Hora-Día-Mes es un film que utiliza algunos recursos humorísticos sin demasiada fortuna. Uno de esos recursos que señalamos es la voz en off de Marcelo Cohen, quien narra y subraya varias partes de los diálogos, mientras Nardo interactúa con los otros personajes y remarca lo mismo que escuchamos en off. Decíamos que es un recurso que se utiliza al principio como elemento gracioso, pero que no lo logra e inclusive tiende a desaparecer mientras avanza la película. Hay una especie de separadores, algunos funcionan (él que cuenta cómo fue pasando de dueños un Renault 12) mientras otros se vuelven poco interesantes y es ahí donde el recurso pierde efectividad. En un momento Cohen dice que esta película no tiene conflicto, ni desenlace y se le nota, nunca termina de cerrar ninguna de las pocas historias que comienza: la romántica, por decirlo de alguna manera, en la que el personaje recrea una especie de ópera con los sonidos de varios autos (es muy lograda desde lo visual y sonoro), a una mujer que va a estacionar su coche (la actriz Romina Pinto, que acá no puede lucirse pero tiene interesantes papeles en cortometrajes de comedia); o la historia del asiático que queda en una mera anécdota y podría haber sido un disparador para algo mejor. Una historia circular que denota un universo absurdo que no termina de cerrar.