Zama

Crítica de Alejandra Sarasqueta - La Entrada al Cine

A nueve años del estreno de “La mujer sin cabeza”, Lucrecia Martel regresa al cine con Zama, una película que mantiene la maestría visual y el letargo narrativo de sus anteriores películas.

Argumento de Zama
Basada en el libro homónimo de Antonio Di Benedetto, la película cuenta la historia de Diego de Zama (Daniel Giménez Cacho), un funcionario de la corona española que espera la autorización oficial para poder abandonar la tierra donde se encuentra confinado.

Zama, Martel y la encrucijada del cine de autor
Si me solés leer, sabés que me gusta hacer críticas sinceras que avisan de qué va la cosa y con qué te vas a encontrar. Y al escribir esto me encuentro en la incómoda posición de criticar lo que muchos críticos van a alabar. Quiero decir; mientras en Twitter leo gente diciendo que Zama es lo mejor de los últimos 20 años del cine argentino, soy testigo de que en la función de prensa, un hombre roncaba. No lo despertó la película sino su propio ronquido. Y solo habían pasado 20 minutos.

No queda bien que hable mal de una película de Lucrecia Martel, pero alentarte a ir a verla sería mentir. Cuando vas a ver una película de la directora salteña sabés que vas a encontrarte con una película lenta, contemplativa, de poca acción y mínimo diálogo. Una oda a los tiempos muertos. El astío como premisa hasta el hartazgo. Y aún así, sabiendo que vas a ver eso, es difícil. Es difícil porque lo que narra en 2 horas es una sucesión de imágenes cinematográficas extraordinarias de narrativa casi nula.

El personaje Diego de Zama atraviesa una transformación del inicio al final, recorre un camino de cansancio que lo lleva a la decadencia, al vivir por inercia. Se entiende que Martel cuenta eso y quiere trasmitirlo. Sería falso si dijera que no hay historia o que no pasa nada. Aún así, la sensación de estar viviendo lo mismo que el personaje es cansadora y puede volverse insoportable.

El retrato de la América colonial tiene planos exquisitos, incluso uno que roza el surrealismo, pero en vez de seguir el posible camino del sinsentido de la locura, Martel ahonda en el letargo carente de emoción.

El desafío de la trascendencia
Zama recuerda en algunos puntos al cine de Alain Resnais, a “El año pasado en Marienbad”, por ejemplo, lo que en principio hablaría maravillas de la película. Pero hay una diferencia. La cinta de Resnais es igual de insoportable, lenta, de narrativa débil y confusa. Sin embargo, planteaba al menos el desafío de entenderla. Te mantiene despierto intentando entender los saltos temporales, la falta de lógica espacial, las crípticas líneas de diálogo de los protagonistas. En Zama, eso no pasa. El derrotero se entiende y se padece, sin más.

Lo bello de Zama
Es cierto que, si se deja de lado la narrativa por un momento, Lucrecia Martel vuelve a demostrar que es una artista. Cada plano está planeado como el artista que arma una pintura, con sus diagonales y sus colores rigurosamente calculados. Eso vale, no quiero dejar de decirlo porque es el mayor valor de Zama, lo que demuestra porque Martel no es una cineasta más.

Fanáticos de Lucrecia Martel disfrutarán Zama. El resto agradecerá abstenerse.

Puntaje: 5/10

Duración: 115 minutos
País: Argentina / España / Francia / Países Bajos/ Estados Unidos / Brasil / México / Portugal / Líbano / Suiza
Año: 2017