Yo no me llamo Ruben Blades

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Rubén Blades de una de las figuras más populares de la cultura latina, o lo que se llama la cultura latina. Hoy, donde los artistas latinos son moneda corriente por todo el mundo, tal vez no se tenga dimensión de la fama y la relevancia que tuvo la música del artista panameño en su momento. A fines de la década de los setenta, sus canciones sonaban todo el tiempo en la radio y algunos de sus éxitos, con sus largas letras, eran recordados por todos. Tal vez su popularidad no se mantuvo igual para quienes no siguen esta clase de música, pero sus canciones más famosas, empezando por el clásico de clásicos Pedro Navaja ha quedado para siempre en el imaginario popular. Para los cinéfilos, Rubén Blades también es una cara conocida de docenas de películas, desde El secreto de Milagro de Robert Redford a Érase una vez en México de Robert Rodríguez.

El documental repasa la vida de Rubén Blades, lo sigue en su vida cotidiana, donde se lo ve con la misma energía de sus canciones. La película es tan entretenida y carismática como lo es él, en ningún momento aburre o distrae, jamás se va de eje ni deriva en nada que no interese. El músico, el actor, el político, el abogado, todo junto en un sólido bloque, en una sola persona. Su interés por su país, su discurso, sus aportes a la música latina, sus innovaciones, riesgos, así como también sus dudas y sus cambios. Preocupado por la realidad y al mismo tiempo plasmando eso en un arte universal, no de barricada. Una oportunidad de volver sobre las canciones de Blades y poner en perspectiva todo lo que él le ha dado al mundo.