Yo, mi mujer y mi mujer muerta

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

Nunca pensó Bernardo que su mujer quisiera, a su muerte, ser cremada y que sus cenizas fueran a la Costa del Sol. Está bien que allí vivía su hermana, que iba a verla todos los años. Pero de ahí a elegir un lugar lejos de él como descanso final.

Pero una situación desagradable hace que él decida complacerla y vaya al lugar que ella eligió. Allí el mundo de Bernardo, sufrirá un giro. Su seriedad de profesor en la Universidad, su profesionalismo quizás adusto para algunos, pero confiable cuando lo contratan como arquitecto, empezará a tambalear. Cómo es esto de que el lugar elegido por su mujer para que sus cenizas se confundan con el mar es un centro nudista. ¿Es que Cris no era la Cris que conoció siempre y parecía seguirlo en cenas aburridas o interminables jornadas de estudio? En ese lugar de veraneo, Bernardo conocerá a Amalia, la relacionista y Abel, con ellos ingresará a otro mundo para comprender que no todo en la vida es lo que él se puso de objetivo.

DIVERTIDAS AVENTURAS
Sencilla en el guión, con algunas aventuras un poco extravagantes y no siempre creíbles se desarrolla esta comedia negra de un español, Santi Amodeo, conocido por sus películas taquilleras ("¿Quién mató a Bambi?"). Bien filmada dentro de los cánones de la comedia de enredos, tiene atractivas locaciones de la zona precisamente de la Costa del Sol. La contraposición entre todo lo que supone la seriedad de un catedrático enfrentado a un mundo de alegría y libertad y del que, quizás, algo tenga que aprender, indudablemente resulta.

Oscar Martinez muestra una vez más su profesionalismo, las transformaciones a las que la vida puede impulsar y cómo nadie puede estar seguro de ser dueño de la verdad. A su lado, muy buenos actores, Carlos Areces, Ingrid García Jonsson y Malena Solda en el papel de la hija lo acompañan en esta aventura de sorpresas y buen humor.