Y ahora adónde vamos?

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

A esta altura ya son muchas las películas que se hicieron sobre el interminable conflicto entre Cristianos y Musulmanes en la zona árabe; y sin embargo, pareciera que siempre hay más tela para cortar, otra vuelta de rosca que dar. En esta oportunidad, es la directora Nadine Labaki (la misma de la modesta Caramel estrenada aquí hace unos años) la encargada de otorgarle nuevos bríos a un tema que, aunque es de una actualidad candente, ya puede resultar a remanido.

Lo que hace particular a Et maintenant, on va où es el punto de vista de los hechos, al igual que en Caramel, el de las mujeres de la comunidad. La historia transcurre en un pueblo libanés sin nombre y ciertamente aislado de todo ya que los alrededores se hayan minados y sólo se accede mediante un puente. En ese lugar la población está bien dividida, conviven cristianos y musulmanes, y la violencia entre ambos ya es casi intolerable. No es un film de personaje fijo, sino más bien de conjunto, pero cada individuo pareciera tener su historia, casi como un film coral. Están los hombres que es sobre quienes recae el asunto del conflicto, la violencia, los hechos y actitudes irracionales. Separadas están las mujeres, también de ambos “bandos” y estas parecen ser el complemento ideal, las que pretenden la unión, las que pregonan la convivencia mutua e intentan calmar las cosas con los hombres. Y también están los niños o jóvenes, que parecen ser la carnada del asunto.
Hay un lineamiento general, sobre dos chicos que son primos y se encargan de traer las provisiones desde afuera al pueblo; uno de ellos tiene un percance en la Iglesia, se cae y la cruz se parte por la mitad, un simbolismo bastante obvio y subrayado. Este hecho y el de unas cabras con los musulmanes parecen ser los que marcan el relato que igualmente sirven sólo como disparadores para mostrar la locura de una Guerra Civil religiosa en donde las excusas parecen sobrar.
Repito, el foco está puesto en las mujeres y en todo lo que están dispuestas a hacer (tretas incluídas) para que el asunto no se vaya a mayores. Desde ese lado, el clima que ofrece Labaki es mucho más ameno, distendido, con un aire de comedia que relaja la tensión por la carga histórica. Pero en determinados momentos esto puede convertirse en un boomerang y descolocar al espectador, como en la escena de un cuadro musical realmente y extrapolado.
Como buena defensora de sus derechos, la directora no disimula el panfleto feminista y así las cosas quedan bien claras, sino fuese por ellas todo terminaría peor de lo que está. Claro que aquí también podríamos encontrar una contradicción en esas mujeres liberales por un lado, pero abnegadas a los asuntos de sus maridos por otro.
Las actuaciones son frescas y espontáneas, es más, en algunos se evidencia ese clásico de actores no profesionales frente a la cámara; todo esto suma a la distención, a un clima muy relajado.

Nadine Labaki (que además es actriz y tiene una participación importante en el film) proviene del mundo publicitario occidental, y eso se nota en su filmografía repleta de imágenes fuertes, potentes, que dicen más que muchas palabras, aunque a veces caiga en el subrayado.
Concebida, sin lugar a dudas, como un film ganador de premios internacionales y for export (aunque no turístico, claro está), Et maintenant, on va où cumplió sus frutos y entre varios otros cosechó premios en Cannes y Toronto, festivales muy occidentales y permeables a este tipo de relatos.
Como en su anterior film, Labaki trae un tema fuerte, interesante y le otorga una mirada cálida, casi jocosa, cumpliendo con lo esperado, darle un aire renovador a lo que ya fue contado más gravemente. Puedo no ser un film perfecto, se le encuentran ciertas limitaciones, pero un logro no menor es hacernos pasar un momento liviano ante semejante crueldad inexplicable alrededor. Cada uno sabrá si es esto o no, lo que está dispuesto a ver