X-men: Primera Generación

Crítica de Ulises Picoli - Función Agotada

De hombres y superhombres

En esta nueva película de la saga (que es precuela) de las tres anteriores (hay que recordar que Wolvernie es un spin-off, una derivación) se vuelve aún más presente y fuerte la idea de dualidad, de hecho, se asienta desde ese lugar y se dispara hacia lo que quizás sea lo más interesante de toda la serie: la amistad de Charles "Profesor X" Xavier y Erik "Magneto" Lehnshern.

Cada uno de ellos representa dos realidades

Charles se crió en la riqueza, vivió en un castillo (literalmente) y su poder mutante lo ayudo en su vida.

Erik sufrió la persecución nazi y vivió su infancia en un campo de concentración sufriendo vejaciones de todo tipo (incluido experimentos), y su poder mutante solo trajo muerte a sus manos.

Es difícil no simpatizar con el vengador Magneto (un gran Fassbender), perseguidor de nazis por todo el mundo (llegando inclusive hasta Villa Gesell en Argentina... pero acaso pensando en Villa la Angostura muestran montañas y un lago, debe ser que para Hollywood todas las villas son iguales) y es ahí en donde la película se hace fuerte, porque uno comprende las razones de Erik, uno siente una profunda empatía con su dolor.

Charles lo comprende y sufre a su lado, intentando calmarlo y que eso no nuble la calidad de persona que es.

Pero Erik irónica e inevitablemente (y aunque los humanos justifican en parte un posible exterminio como el que sufrió en su infancia) se convierte en un purista, pensando al mutante como un ser superior, como la evolución misma.

En este duelo de amigos es donde la película suma y sigue, McAvoy como Charles no queda mal parado pero queda un poco lejos de la profundidad que le imprime a su papel Fassbender. Charles es más frívolo y liviano, igual, es cierto, Magneto es un personaje mucho más interesante.

Entonces esta amistad, como dos formas diferentes de un mismo ser humano (se cita inclusive en un momento al Dr. Jekyll y Mr. Hide de Stevenson) es la fortaleza de la película.

Porque esta dualidad se explica con ellos: uno es pensamiento, razón y de un físico endeble(hecho que luego se pronunciaría con la silla de ruedas) mientras que el otro controla los cuerpos, es furia y pasión, amolda a su antojo la fría construcción humana(hasta un empaste de dentista).

Y como si fueran pocas las dicotomías, surge el enorme duelo ideológico, bélico y político del siglo pasado: EEUU y URSS.

Porque es en este contexto donde se desarrolla la película. En plena guerra fría un ex científico nazi quiere iniciar una guerra nuclear para que los humanos se eliminen.

Este papel, interpretado por un seductor Kevin Bacon (que parece siempre estar un paso adelante, relajado y con trago en mano incluido) es determinante. Él es el creador del espíritu tumultuoso y sediento de venganza de Magneto, a él necesita destruir para ser libre, aunque como le dice su amigo Charles, con él, su odio no va a terminar. Y tiene razón.

Como segunda al mando de Sebastian Shaw (Bacon) esta una gélida, y que bien le sale, January Jones (de la serie Mad Men) como una muy poderosa telépata. También se suman a ellos un par de ayudantes como asesinos mutantes, uno que genera tornados, otro con la capacidad de la tele transportación.

Por la otra parte, y de la mano de la CIA, Charles y Erik comienzan un reclutamiento para enfrentar al grupo de Shaw, lo que da lugar a un cameo muy divertido (que no voy a adelantar) y que permite la incorporación de algunos personajes nuevos, todos bastantes menores, poco desarrollados (a excepción de Mystique y Bestia) y no demasiado sorprendentes.

La película no da prioridad a las escenas de acción ni al vértigo narrativo, sino que se enfoca en los sentimientos, relaciones y en el concepto de ser diferente (algo que también en las otras también se le dio suma importancia) quizás por eso aquel que vaya en búsqueda de una película al palo y con puro efecto visual, pueda sentirse un poco defraudado.

Imperdible para el seguidor de la saga (creo que ni hacia falta aclararlo) y para aquellos que no vieron ninguna, una muy buena forma de empezarla.