X-men: Primera Generación

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Precuela que sorprende y atrae, potenciando la franquicia

Siempre empiezo mis críticas sobre films que giran alrededor de comics, porque no soy ni especialista ni fan y esto debe ser considerado un punto de partida para cualquier análisis. Mi infancia (ni mi adolescencia) no transcurrió devorando historietas de Marvel, por lo que tengo una visión más distante que muchos de mis colegas que han transitado mucho el género, quienes ponen el ojo en descubrir las relaciones paralelas entre las versiones originales en papel y su adaptación al cine con mucho detalle. Dicho esto, se darán cuenta que me transformo sólo en un simple espectador y mi impresión se reduce a preguntarme si la película es interesante, me entretiene y si a la gente que me lee podrá gustarle o no.

En ese sentido, debo decir que "X-Men first class" me sorprendió gratamente ya que sentí en ella, de alguna extraña manera, que en estos tiempos que corren e incluso haciendo un "tanque" hollywoodense de estas dimensiones, un buen libro puede más que miles de poderosas animaciones digitales. La premisa de la que se partió (cuenta alguno de mis colegas) era hacer un X-Men Origins de Magneto y terminó, bueno, en otra cosa. Tuvimos suerte. Escrita originalmente por Ashely Miller en tándem con los dos directores que tiene la franquicia, Bryan Singer (quien dirigió las anteriores y produjo esta) y Matthew Vaughn, entre otros, esta precuela organiza su mundo con una premisa básica: dar entidad carnal a los héroes que bien conocemos y bucear en los perfiles de cada uno de ellos, individualmente, para saber porqué tomaron la decisión de integrar bandos distintos. En ese sentido, la propuesta termina siendo muy buena y salimos de la sala con una amplia sonrisa en el rostro: estamos satisfechos por lo que vimos y nos quedamos con ganas de más.

Para muchos de nosotros, la historia de los X-Men (cinematográficamente hablando) se había agotado con la tercera, donde primaban los efectos y clichés grandilocuentes, todo volaba por los aires y el destino del grupo cerraba de manera forzada. Los estudios consideraron dejar descansar esa versión de estos personajes y centrarse en otros proyectos. Una de las propuestas era seguir atrayendo a los fans con las historias individuales de cada miembro. Así pasó que cuando empezaron a leer las primeras versiones de los guiones se dieron cuenta que la veta era mostrar los primeros pasos de este super grupo de mutantes y mostrar el primer gran conflicto entre los dos históricos enemigos de la saga: el ya nombrado Magneto y el Profesor Xavier, en sus años mozos.

Pero claro, había que encontrar de que manera el libro tuviera llegada para abrir una nueva saga y la tarea no era sencilla. Por un lado, cautivar a los adolescentes, primer público potencial y agradar al público adulto más tradicional para que retome su pasión por adentrarse en estas historias. Debemos acordar que dieron con la veta justa: situaron el tema en los años más duros de la Guerra Fría y lo enmarcaron en un momento de mucho peso en la historia (aquel incidente internacional de instalación de misiles nucleares en Cuba en 1962) , con lo cual se permitieron jugar con el absurdo (mutantes luchando entre soviéticos y norteamericanos en esas playas) y darle una referencia atrayente sobre la cual girar. Los X-Men no nacieron como super héroes de la nada, sino que guardan una compleja trama que los lleva a mostrarse después de mucho tiempo ante los humanos tal cual son y eso es lo que aquí veremos: cada trazo que define personaje está bien calculado y da con el efecto deseado, especialmente los principales quienes cargan con el peso argumental de la historia y están muy creíbles en sus roles.

"First class" empieza en 1944, en un campo de exterminio (retoma aquel instante en la primera de la triología) donde un niño es puesto a prueba por un oficial nazi que investiga poderes paranormales. Ellos son, nada menos que Sebastian Shay (Kevin Bacon), un cínico investigador cuyo deseo de explorar las mutaciones no tiene límites y Erik, quién será Magneto con el tiempo (Michael Fassbinder). Se conocerán en un campo de exterminio en una escena clave en la película. Luego, los dos se perderán con el cierre de la Segunda Guerra Mundial, aunque Erik tendrá grabada la palabra venganza a cada paso del su camino. El buscará a su mentor y torturador para matarlo como Shawl hizo con su madre. Mientras tanto y en otro lugar, Charles Xavier (James McAvoy), megamente mutante y ávido lector de mentes, se recibirá de profesor en Oxford y junto a su hermana postiza, Raven (Jennifer Lawrence) recibirán una visita inesperada, alguien de la CIA , Moira (Rose Byrne) agente de alto rango, quien les traerá la información de que los soviéticos están en alianza con Shaw y éste trabaja con mutantes para desatar una guerra. De inmediato, Xavier se pondrá a trabajar y tendrá la idea de rastrear a los mutantes a través de su mente, con lo que irá conformando un team de novatos para enfrentar al ex-nazi y sus socios. En esta búsqueda, dará con Erik y juntos moldearán el primer equipo de seres "diferentes" que trabajará para el gobierno, buscando detener a Shaw quien está decidido a promover una guerra nuclear entre Estados Unidos y los rusos.

La cinta se detiene mucho en darnos no sólo información histórica abundante sobre el momento en que sucede (lo cual le pone un toque de bizarra "credibilidad") sino también en ambientarla en el tiempo correcto (excepto cuando dicen que los fugitivos alemanes están en "Villa Gesell" - en nuestro país- y el lugar tiene montañas y nieve, lo cual es una "gaffe" imperdonable de los productores). Son los 60 y nos lo hacen saber. El odio post-nazi y el esplendor soviético están presentes y atraviesan la trama, dandole un matiz que complementa el carisma de los personajes. Por otro lado, McAvoy y Fassbinder están compenetrados en sus papeles y cada intercambio que tienen se presenta intenso y significativo: no es casual, son el corazón de la franquicia y en sus palabras está la filosofía que los enfrenta, cómo actuar frente a los demás, siendo diferentes. Esta línea es de las más ricas de la historia, los dos hombres comparten una amistad de peso, pueden pensar diferente, pero respetan la concepción del otro y saben que tienen una gran responsabilidad detrás: ser modelo para los mutantes que llegarán, de manera que los debates "ideológicos" afectan a los personajes y los ponen a prueba durante la aventura. Eso es rico y se disfruta mucho, cada contrapunto y cada discusión está pensada para profundizar y descubrir el mundo interior que define de que lado terminarán. En eso, el libro es genial.

En definitiva, todos sabemos que X-Men es un debate sobre los diferentes y cómo la sociedad los acepta, los usa y los descarta a conciencia. Eso el film lo muestra descarnadamente y lo profundo e intenso de ese lineamiento le da un relieve argumental que tiene resultado positivo. Sale airoso de cualquier preconcepto que tengamos: señores, hay espectáculo aquí, "X-Men first class" es un entretenimiento sólido y original que dará que hablar (de hecho ya están preparando secuela) y que no se queda en lo que Marvel iluminó hace unas décadas atrás, sino que avanza y lo transforma en un producto cinematográfico intenso y visualmente interesante, sin dudas, la mejor de las cuatro entregas de la saga.