X-men: Primera Generación

Crítica de Leonardo M. D’Espósito - Revista Noticias

Imagínese una película de espionaje de la Guerra Fría, con el fondo de la Crisis de los Misiles de 1962. Imagínese la parafernalia pop, el aire de época, los gadgets divertidos de las mejores películas de James Bond. A eso súmele superhéroes (muchos) con extraordinarios superpoderes y las posibilidades para crear imágenes que hoy provee la tecnología digital. Eso, en principio, es este nuevo film sobre los X-Men. Lo que en realidad no sería nada si no hubiera una narración bien llevada y actores que nos hacen creer que esos seres maravillosos y ridículos paridos por las historietas no son de verdad.

Entre tanta parafernalia, pues, lo que hace que esta película esté entre lo mejor que el Hollywood actual puede parir es, justamente, el costado humano, eso que hace que nos comuniquemos con un tipo que vuela, con otro que tira rayos o con una chica azul que cambia de forma a voluntad. Este género (ya todo un género, con sus reglas y todo) de los superhéroes ya no vale solo por la hazaña técnica –cualquiera con plata lo hace– sino por convencernos de un mundo y dejarnos con ganas de entrar en él, sea o no uno fan (por cierto, todo lo que uno quería saber de cómo estos superseres llegaron a ser lo que son queda develado, pero es lo que menos importa si nunca vio alguno de los otros ¡cuatro! films). Aunque hay elementos trágicos, no falta la comedia: después de todo, “cómic” viene de “cómico”, y los superhéroes son, también, un enorme y divertido circo.