X-men: Primera Generación

Crítica de Fredy Friedlander - Leedor.com

Segunda “precuela” de una famosa serie de películas comercialmente exitosas que rompe sin embargo el esquema de previsibilidad.

La creciente participación de secuelas, remakes y precuelas del cine norteamericano en la cartelera porteña (y mundial) es una realidad inquietante para los espectadores que buscan algo más que un simple cine de entretenimiento, sin imaginación y “pochoclero”.

Luego de las tres X-MEN, dirigidas en 2000 y 2003 por Bryan Singer y en 2006 por Brett Ratner, se presentó en 2009 una fallida precuela (“X-Men Orígenes Wolverine”) del sudafricano Gavin Hood, que parecía cerrar un ciclo.

Y de golpe surge otra precuela: “X-MEN: Primera generación” (“X-MEN: First Class), que aparecía a priori engrosando la larga lista de películas comerciales de fórmula. Por suerte no es este el caso ya que por una vez un buen guión y la dirección a cargo del inglés Matthew Vaughn (“Stardust”, “Kick Ass”) logran justificar su realización.

Sin duda la propuesta será mejor apreciada por la importante legión de espectadores que ya han visto las anteriores y están familiarizados con los personajes principales, en su mayoría mutantes con poderes especiales.

El comienzo de la que ahora nos ocupa no difiere en mucho de la primera de la serie, al estar ambientada en un campo de concentración en Polonia en 1944. Un muy joven Eric Lehnsherr sufrirá con horror la separación y posterior aniquilación de su madre, que será el germen del que nacerá Magneto, personificado por Michael Fassbender (y en las series anteriores y con mayor edad por Ian McKellen).

Cambio de escenario para pasar a Inglaterra, también en 1944 para presentar al aún niño Charles Xavier y casi 20 años después, estamos en 1962, al ahora joven profesor de Oxford interpretado por James McAvoy. Para los seguidores evidentemente el mismo que en su madurez encarnaba Patrick Stewart.

De Wolverine en esta precuela poco y nada, apenas un cameo de Hugo Jackman. Pero sí en cambio un nuevo personaje, Sebastián Shaw, que en 1944 se llamaba Klaus Schmitt dirigiendo el campo de concentración antes mencionado. Un gran acierto del casting de esta “primera generación” es la elección de Kevin Bacon para interpretar al siniestro Shaw. En cambio, aunque no afecte mucho a la historia, un despropósito mostrar al nazi en un paisaje montañoso de Argentina donde se confundieron de “villa” al denominarla Villa Gesell.

Otros personajes con poderes diversos se irán sumando a lo largo de la primera mitad de la película, destacándose en los roles femeninos Jennifer Lawrence (Raven/Mystique), January Jones (Frost) y Rose Byrne (Moira).

La extensa parte final de esta precuela estará centrada en un evento real que tuvo en vilo al mundo. Nos referimos a la crisis de los misiles en Cuba que casi enfrenta a los Estados Unidos, era la época de John F. Kennedy, con la Unión Soviética en una posible tercera guerra mundial. Los imaginativos guionistas le agregaron una parte de ficción en la que intervienen los X-men, evitando el conflicto. Hay en esta parte mucha acción con ambas flotas enfrentadas y enfrentando a los mutantes creados por Stan Lee, el artífice de la famosa Marvel Comics.

Finalmente “X-MEN: Primera generación” le agrega un plus a los fanáticos de la saga al ofrecer una explicación de cómo Erik y Xavier, que se consideraban hermanos (“mutantes y orgullosos”), terminaron enfrentados a muerte en las tres secuelas estrenadas entre 2000 y 2006.