X-men: Primera Generación

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

Como parte de esa tendencia de Hollywood -llevada a su máxima expresión por George Lucas y sus Star Wars revisionistas-, la serie fílmica de X-Men tiene también su precuela, quizás más justificada y lograda que otras en los últimos tiempos. Con historias que han formado parte en algún momento de los comics originales de Marvel, recreadas y aggiornadas con óptimos recursos visuales y atrayentes alternativas argumentales, y un excelente elenco que combina intérpretes jóvenes y talentosos con otros de trayectoria, X-Men: Primera generación termina de dar forma a un relevante opus de una de las mejores sagas cinematográficas de superhéroes.
El director Matthew Vaughn, sin antecedentes realmente valiosos pero contando con el respaldo del gran Bryan Singer, demuestra destreza al narrar una trama que arranca en un campo de concentración nazi (como el primer film de la saga), donde se develarán las razones del odio insondable de Magneto (o Erik Lehnsherr), y su temprana amistad con Charles Xavier (luego Profesor X). Ambos, junto a ese grupo de mutantes y fenómenos paranormales y antes de convertirse en archirrivales, intercederán en el momento más tenso de la Guerra Fría, en donde auténticos discursos de Kennedy e imágenes documentales del conflicto entre Estados Unidos y la U.R.S.S. formarán parte de un tramo importante del film, que sorprende por ese acercamiento histórico dotado de una gran ambientación.
Luego del paso en falso de Wolverine -personaje estrella del grupo que aquí aparece sólo en una humorística toma-, y más allá de algún error geográfico (que toca de cerca a nuestro país), el film logra combinar espléndidamente todas sus vertientes estilísticas. Incluso hablado en diferentes Idiomas (alemán, ruso, francés, algo de español además del inglés), otro detalle poco habitual dentro del género, X-Men: Primera generación propone un gran resurgimiento de la saga, tan oportuno para seguidores como para iniciáticos.