X-men: Primera Generación

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Blade (1998) fue la cabecera de playa del desembarco de la Marvel en el cine, y pronto se sumarían una parva de adaptaciones de comics de la editorial. Pero la verdadera prueba de que el negocio era muy rentable para la editorial fue el masivo hit de X-Men (2000). En lo personal, los filmes de los hombres X siempre me parecieron muy inteligentes pero demasiado estáticos - la acción era poca o no era memorable -, aún con toda la parafernalia desplegada en X-Men: The Las Stand (2006). Como todavía esa vaca tenía leche, la Marvel decidió seguir ordeñándola con precuelas, primero con X-Men Origenes: Wolverine (2009) y luego con la de Magneto, la cual terminó por mutar a último momento en un reboot / precuela de todos los hombres X. El resultado final es el filme que ahora nos ocupa.

Por suerte tuvieron el tino de despedir al imitador Brett Ratner y trajeron a un tipo con talento real como es Matthew Vaughn - Layer Cake, Kick Ass -. La buena nueva es que Vaughn le aporta la adrenalina que le faltaba la saga; si bien los filmes de Bryan Singer tenía una excelente caracterización de personajes, a veces se excedían en palabras y retaceaban en acción, o las proezas superheroicas se quedaban algo cortas. Acá hay mucha más acción y es realmente espectacular, pero esto se logra a cambio de sacrificar la tridimensionalidad de los personajes. El único desarrollado como la gente es Erik Lenseherr / Magneto, después hay un borrador a trazos gruesos del profesor Xavier, y el resto es absolutamente anónimo.

Si hay una palabra para definir a X-Men: Primera Generación sería inconsistencia. Es un filme que hace muchas cosas brillantes y hace algunas terribles, y da la sensación que el libreto es un conglomerado de aportes sin que hubiera un guionista rector que hiciera el control final de calidad (o puliera las desprolijidades). Si bien esto es un reboot uno no puede dejar de toparse con algunos detalles chocantes, como que todos los hombres X ahora son adultos jovenes de la misma edad - trasladando esto a la saga dirigida por Bryan Singer, cuesta imaginar que el veterano Patrick Stewart (o el mismo Ian McKellen) figure con la misma edad que la bellísima y fresca Rebecca Romijn -. Por supuesto el libreto se despacha con una explicación no muy creible para esto, lo que equivale a tapar al muerto con un diario y seguir adelante con el partido. Otro punto pasa por el cast, que es dispar. Aún cuando tengan edades similares, Michael Fassbender parece el papá de James McAvoy; y en el caso de Jennifer Lawrence, se ve demasiado insulsa en comparacion a la Mystique / femme fatale que componía Rebecca Romijn en la saga original. Bah, también es cierto que McAvoy no exhibe esa presencia imponente que tenía Patrick Stewart, aunque resulta mucho más natural imaginar a Fassbender (con toda su furia e intolerancia) como la versión joven de Ian McKellen.

Otro detalle es que la mayoría de los origenes de los personajes están cambiados respecto del comic original, pero ya eso es un tema para los especialistas. Quizás mi ultimo pero hacia el filme sería la insistencia en forzar la marcha, metiendo con calzador cosas vinculadas con la saga original de Singer. El cómo Magneto se transforma en villano parece una invención de ultimo momento del libreto y no el resultado de una evolución natural dentro de la historia. Luego está la aparición del avión Blackbird característico de los X-Men, la mansión de Xavier, el incidente en donde el profesor queda lisiado, la construcción del dispositivo Cerebro para ubicar mutantes, etc, etc... cosas que yo hubiera incluido con mayor discrecionalidad en los siguientes filmes. A final de cuentas, ésta es la primera entrega de una nueva trilogía, ¿no?.
Ahora que uno ha terminado de ennumerar defectos y desprolijidades, corresponde hablar de los méritos de X-Men: Primera Generación. Si uno perdona esos detalles, el filme es una gozada. El villano de Kevin Bacon es muy bueno, aunque el libreto omite imperdonablemente una explicación de cómo este tipo adquirió super poderes de un día para otro. Aquí Bacon hace de super villano (al estilo de los filmes de James Bond) dotado de su propio plancito para destruir al mundo. Lo que hace tan disfrutable a X-Men: Primera Generación es que tiene el tino de convertir a la trama en una especie de versión alternativa (y secreta) de los sucesos que llevaron a la famosa crisis de los misiles cubanos en octubre de 1962. Esto es, una epica retro de superhéroes con toques de intriga internacional. El escenario es tan gloriosamente rico que uno perdona las pifias del libreto o los errores de casting. El otro enorme punto a favor es la historia de origen de Magneto, que es realmente potente. Es una lástima que dichas escenas provengan de la canibalización de un libreto descartado - el que habían escrito para la abortada película sobre el personaje -, porque tienen una energía y calidad enorme, además de que su nivel contrasta seriamente con el resto de las secuencias (que tienen tufo a añadido).

X-Men: Primera Generación es una desprolijidad brillante. Es espectacular y entretenida, aunque cada tantos minutos tenga alguna pifia. Pero como arranque para una nueva trilogía me parece excitante, y no veo la hora de ver las nuevas entregas... aunque espero que en la próxima ocasión esta gente se tome la molestia de pulir la historia como se debe.

(en nota para la trivia, para los libretistas yanquis Villa Gesell es una especie de fiordo a orillas de los Andes en donde viven millones de nazis escondidos. ¡Cómo se nota que para esta gente el limite del universo es la frontera con Mexico!)