X-Men: Dark Phoenix

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

Fulguraciones solares

En Dark Phoenix (2019), el último film de la saga de X-Men, el conocido productor y guionista de Apocalipsis (Apocalypse, 2016) y Días del Pasado Futuro (Days of the Future Past, 2014), las películas anteriores de la saga de la nueva generación de los mutantes liderados por Charles Xavier y Magneto, Simon Kinberg, toma las riendas de la dirección en reemplazo del denostado y marginado Bryan Singer, director de ambos films mencionados y de las dos primeras películas de la saga.

Kinberg abandona el tono retro nostálgico de Apocalipsis casi por completo así como también las referencias a acontecimientos históricos acaecidos que marcaron a la nueva saga de mutantes jóvenes para centrarse cabalmente en el cómic de John Byrne, Chris Claremont y Dave Cockrum, un clásico del género, que narra el despertar al apogeo de sus poderes de Jean Grey, aquí protagonizada por Sophie Turner, una las protagonistas de la serie televisiva Game of Thrones.

En una misión de rescate en el espacio la joven queda expuesta a la radiación de fulguraciones solares, que son absorbidas por ella en la peligrosa operación, lo que eleva sus poderes telepáticos y su telequinesis a niveles insospechados. El evento es observado por alienígenas que buscan apoderarse del poder obtenido por Grey a través de las fulguraciones solares, oportunidad que se presenta cuando ella huye de la escuela para mutantes de Charles Xavier para enfrentar su pasado y reencontrarse con su padre que creía fallecido.

Si Apocalipsis tenía sus claroscuros y los errores opacaban algunos aciertos, Dark Phoenix es ciertamente un tropiezo agudo en una de las mejores adaptaciones cinematográficas de superhéroes contemporáneas, que tuvo su pico más alto con Logan (2017), el film de James Mangold coescrito junto a Scott Frank y Michael Green. La condición de Dark Phoenix como clásico de la historieta de superhéroes exacerba los problemas del film, que parece remitir más a -o repetir los errores narrativos y las decisiones argumentales de- La Batalla Final (X-Men. The Last Stand, 2006). En este caso, claramente el problema es el guión del propio Kinberg que no construye en Jean Grey un personaje atribulado por sus nuevos poderes más allá de algunos diálogos muy pobres e insulsos y de un conflicto familiar muy vago y mal desarrollado, que tampoco se trabaja demasiado. Los verdaderos conflictos y los diálogos existenciales alrededor de la cuestión mutante que caracterizan al cómic son reemplazados por una lucha desatinadamente confusa, que podría no tener lugar sin resentir la trama, contra extraterrestres nómades que desean reconstruir su antiguo y desaparecido imperio en la Tierra, en esta que pretende ser la conclusión del universo cinematográfico de X-Men. La música del aclamado compositor Hans Zimmer también parece una pálida sombra que no logra entrever cómo conducir las escenas hacia un clímax más o menos eficaz.

La lucha contra los seres del espacio exterior no tiene un correlato lógico o al menos vagamente consecuente con la historia que se narra del poder obtenido por Grey, y tampoco hay una caracterización del personaje que vaya más allá de su aparición en la película anterior de la saga. Jessica Chastain es completamente desperdiciada en un personaje muy mal construido. Jennifer Lawrence, a su vez, está muy desdibujada en diálogos redundantes, y tan solo James McAvoy y Michael Fassbender se salvan apenas en un film que en ningún momento levanta vuelo ni pretende crear sentido. Si bien la mayoría de los efectos especiales en CGI están bastante logrados, el relato no consigue construir una historia sólida, los argumentos son endebles en el mejor de los casos, y Jean Grey nunca logra constituirse como el eje narrativo y el personaje fuerte sobre el que gira la historia, destacándose demasiado Charles Xavier, Erik Lehnsherr y Hank McCoy como protagonistas con igual o mayor preponderancia que la joven Grey. En este sentido, Dark Phoenix no logra crear una trama atrapante, ni siquiera interesante y tampoco demasiado coherente, especialmente en el caótico final anti épico signado por una refriega bastante mal resuelta que no difiere demasiado de La Batalla Final. Así todo lo bueno de Apocalipsis se diluye, pero todo lo malo es potenciado y retroalimentado con malas decisiones que van deshilachando la trama para dejarla sin argumentos y a los mutantes más solos que nunca.