Simple y hermoso Un tierno cuento animado, para chicos de dos a siete años. Hace rato que la empresa del tío Walt decidió hacer de la creación de A. A. Milne, es decir, el oso de peluche de conductas antropomórficas y que habla como un niñato conocido como Winnie Pooh, su frente de batalla a la hora de hacer filmes orientados a lo más pequeños (es decir, de dos a seis o siete años). Lo interesante de ese rinconcito que representa Pooh en el gigante Disney es su romanticismo: hay un constante -y se hace específico en esta nueva entrega del oso y la pandilla de peluche- aire a libro de cuentos. En este caso, directamente hay juegos intertextuales: letras que sirven de escalera, mayúsculas que enganchan hilos y una voz off que pasa, literalmente, página por página. De hecho, ese romanticismo adquiere en Winnie The Pooh cierta alegría, cierta ñoñez conciente y explotada –visualmente- en momentos sinceramente lindos. Por ejemplo, la secuencia donde reina el sin sentido antes que el chiste de la palabra mal dicha, y donde la animación adquiere una textura de dibujo hecho a tiza. O la presencia en la banda de sonido de los intencionalmente tiernos She & Him (¡chicas palermitanas: pueden llevar a sus sobrinos!). En una oferta cultural donde la animación infantil busca una innovación que siempre le da un codazo al adulto o una velocidad bombástica, Winnie The Pooh se toma su tiempo, lúdico, para contar un hermoso y simple cuento, de esos que nos contaban antes de irnos a dormir.
El nuevo film del personaje clásico fue realizado en animación tradicional A más de ochenta años de la publicación del primero de los libros dedicados a Winnie Pooh y sus amigos, y a cuarenta y cinco de la primera película que Disney realizó basada en el clásico de la literatura británica, este film de animación recupera a los conocidos personajes para los más chiquitos. El relato, compendio de cinco diferentes cuentos de A.A. Milne, comienza de la misma manera en que empezó la historia de Winnie Pooh: entre los muñecos de peluche de la habitación de un chico, Christopher Robin, que junto a ellos vive fantásticas aventuras en el animado Bosque de los Cien Acres. Allí está el osito -acompañado por sus fieles amigos Tigger, Igor, Conejo, Piglet y Búho-, que apenas despierta ya desespera por su comida favorita: la miel. En busca del manjar, Winnie Pooh se encontrará con el siempre sombrío Igor, que trajina el bosque sin cola, ya que parece que la perdió por algún lado y no consigue encontrarla. Todo el grupo de peluches animados se reunirá para asistirlo, aunque algunos aportarán más que otros. Es que Búho está muy distraído porque está escribiendo su biografía y Pooh no puede más del hambre. Una historia simple que apunta a los más chiquitos, público en el que las últimas tendencias del cine de animación no piensan demasiado. Con el dibujo clásico y a mano como mejor herramienta para contar el cuento, los directores, Stephen J. Anderson y Don Hall, consiguen un film agradable en su totalidad con algunos momentos muy ingeniosos, otros brillantes y unos pocos que exhiben ciertos problemas en el desarrollo de los conocidos personajes. Para comenzar con las buenas noticias, hay que decir que, a diferencia de muchas adaptaciones del libro a la pantalla, aquí se destaca el traspaso, se lo celebra y hasta se hace interactuar y jugar a los protagonistas con las letras de su propio cuentito. Entonces, para salir de una trampa en la que cayeron por su propia distracción -exagerada por momentos al límite de lo que la lógica de los personajes puede tolerar-, Pooh y los suyos usarán las letras que forman parte de su cuento. A pesar de que en algunas canciones que acompañan las diferentes escenas por momentos se nota demasiado la costura de los cinco cuentos unidos entre sí que constituyen el guión, éste no es un musical típico del departamento de animación de Disney. Ese que ya casi abandonó por completo la animación hecha a mano por la digital y que en este caso demuestra todas las posibilidades de ese arte casi perdido. La escena en la que el osito de la remera roja -siempre dos talles más chicos que lo que debería usar- imagina un mundo entero hecho de miel es divertida, además de un bello ejemplo de las capacidades del dibujo tradicional. Lo mismo sucede con la presentación de un nuevo personaje, el divertido monstruo Ponto, que revolucionará a los tiernos habitantes del bosque de los Cien Acres.
VideoComentario (ver link). WINNIE THE POOH la película nos lleva de regreso al mítico bosque de los Cien acres, para encontrarnos con el simpático oso y toda su pandilla de amigos en una nueva aventura. El deprimido Igor ha perdido su cola, y Pooh y el resto de los animales deben solucionar este problema y además rescatar a Christopher Robin. Con un claro espíritu nostálgico, esta nueva entrega de la saga, recupera la mística del cine animado en 2 D, sin artificios tecnológicos, apuntalada gracias a la belleza pictórica de cada fotograma, las canciones pegadizas y el carisma de todos los personajes protagónicos. Ideal para los espectadores más pequeños, el espíritu naif del filme, invita a recordar los juegos y los mundos imaginarios de los más niños.
Un oso meloso Pensada para el público más infantil, Winnie the Pooh (2011) es una película con fuerte carácter fragmentario en la cual aparecen el burro, el búho, la mamá canguro y –claro está- el oso Winnie, siempre obsesionado por conseguir miel. Los osos vienen copando la pantalla grande. Y sino vean a Yogi y a los Kung-Fu Panda, dos de los exponentes de estos mamíferos recientemente programados en las salas de cine. Verdaderos devotos del hedonismo, sus aspiraciones oscilan entre las vivencias del ocio y el placer gourmet. Y Winnie the Pooh no es excepción. En esta nueva versión de Disney, cobran vida todos los personajes del dibujo de A. A. Milne, y con ellos la bella pátina de su creador, en la que sobresale un estilo ocre y multicolor, muy british por cierto. La trama es elemental, con mínimos conflictos que van apareciendo en cada secuencia, dentro de los cuales el ansia del oso por la miel es el elemento más reiterado. Hay en esta versión una fuerte invocación a lo intertextual, que liga a un niño coleccionista de peluches con la historia maravillosa. Esta orientación del relato aparece más explotada en los fragmentos del libro que, sobreimpresos en los vistosos cuadros, aportan una buena dosis de comicidad. “Al burro le falta la cola y hay un concurso para encontrarla” es otra de las condiciones argumentales que pone en juego a los equívocos y secuencias musicales, capaces de explorar un mundo -por momentos- demasiado ingenuo. Universo con su “propia gramática”, lleno de bosques y personajes pintorescos, que lejos de competir con Pixar (hoy por hoy, la mejor factoría de animación por lejos) propone una composición visual bella y disfrutable. Un plato fuerte para el público más chico, aunque tal vez para los adultos (como proclama el osito carismático) sea “tan sólo una probadita”.
Winnie the Pooh: un viaje a la mejor tradición No sólo para los más pequeños, sino para cualquiera que guste recordar su más lejana infancia, estas nuevas (y no tan nuevas) aventuras del osito de peluche y sus amigos están realizadas en el tono amable habitual y con las tradicionales técnicas del dibujo a mano que hicieron la gloria de los estudios Disney. También, con los juegos de letras y personajes como en los viejos tiempos, y un lindo remate tras los títulos finales. Todo sigue la buena tradición de la casa, y sigue también enriqueciéndola con una exquisita pintura de fondos y follajes, en la línea de los más o menos recientes «Winnie Pooh y el pequeño efelante» (no elefante), «La película de Tigger» y «La gran película de Piglet». Y por si esto fuera poco atractivo para sumergirse en el mundo apacible de esos cuentos para criaturas, ahí también están los juegos «metalinguísticos» (pero gozosamente captados por los niños) entre personajes y narrador, y entre personajes y tipografías del cuento donde aparecen. Este grato recurso ya aparecía en el primer largo de la Disney con el osito, que condujo el gran Wolfgang Reitherman allá por 1977, lo mismo que el de los sueños disparatados y otros chistes ahora retomados. La pena es que hay menos chistes de lo esperado, y las canciones de fondo son más de las necesarias. Tampoco son demasiado memorables. Pero esos son pequeños detalles, que apenas molestan. La obra se disfruta con mucha placidez. Directores, Stephen J. Anderson («La familia del futuro») y Don Hall. Dibujo de una secuencia onírica, Eric Goldberg, creador del genio de «Aladino» y autor del capítulo «Rapsodia en Blu», de «Fantasía 2000». Guionistas, ocho, incluyendo una china. Supervisor, Burny Mattinson, un histórico que trabajó en los primeros cortos del osito, allá por los 60. Creador del personaje y de los cuentos originales, el inglés Alan Alexander Milne, que los escribió entre 1925 y 1928 inspirado en su campito de Sussex y en los juguetes de su hijo Christopher Robin. Pequeña anécdota: como el niño que aparece en los cuentos lleva su nombre, dicen que al hijo de Milne lo cargaron durante años en la escuela, razón por la cual éste odiaba los cuentos de su padre. No debe ser cierto. Además, siendo hijo único, después heredó los derechos de autor y vivió cómodamente hasta el fin de sus días.
Cuando el cine infantil entretiene a los niños “Winnie the Pooh” es un personaje de literatura infantil creado por Alan Alexander Milne quien escribió cuentos sobre sus aventuras y las compiló en dos libros. Winnie es un osito de peluche de color amarillo que vive en el Bosque de los Cien Acres donde también habitan sus amigos Piglet, Tigger, Rabbit, Ígor, Rito, Cangu, Búho, Lumpy el Efelante, Darby y Christopher Robin, un muchachito que los cuida y juega con todos ellos. Winnie está instalado en una casita construida en el tronco de un árbol. Una nueva película de Winnie y sus amigos La última película con Winnie realizada por Disney Studios (poseedor de la franquicia) se produjo hace más de 30 años, ahora, finalmente, llegó una nueva realización que está integrada por tres de los cuentos escritos por Milne. La primera historia es sobre la andanzas del "monstruito Nessie" para llegar al lago Ness. No está Winnie en esta historia, pero se disfruta mucho porque tiene un soporte musical magnífico que hace las delicias de los chicos y también de los grandes. En la segunda historia ya aparece Winnie para protagonizarla. A uno de sus amiguitos, el burrito Igor, se le ha perdido la cola y la extraña. Winnie tratará de ayudarlo, pero como solo no puede, para que lo ayuden a él en esta tarea llama a sus otros amiguitos. Todos darán ideas sobre qué objeto puede transformarse en la nueva cola de Igor. Esta historia recuerda mucho al juego de vendar los ojos a un amigo para que luego intente colocar la cola a un burro pintado en la pared. Son muy divertidas las ideas de cada uno en cuanto a con qué se puede reemplazar la cola de Igor. Se menciona desde un carrito hasta un globo. En fin, algo es algo y a los niños espectadores seguramente también se les ocurrirá algo más. Una historia de misterio El tercer cuento es el más sustancial y el que centraliza la atención con su trama. Una mañana Winnie y sus amigos comprueban que Christopher Robin ha desaparecido, no pueden encontrarlo por ningún lado. Van de acá para allá por todo el Bosque de los Cien Acres, llamándolo, pero no aparece. De pronto descubren un papel con una nota y, obviamente, será Búho el encargado de la lectura porque es el más sabio, el más inteligente, todo un erudito. Búho comenzará a deletrear el mensaje y todos quedan sorprendidos porque lo que lee Búho es que a Christopher Robin lo ha secuestrado un monstruo que se llama El Ponto. Winnie y su pandilla deciden, como buenos amigos que son, rescatar a Christopher Robin de las garras del monstruo que lo tiene cautivo. Para vencer el miedo Winnie y sus amigos están decididos a rescatar a Christopher Robin, pero tienen mucho miedo. No saben a qué le temen, nunca han visto a El Ponto, pero la imaginación les juega una mala pasada. Unidos, convencidos y ayudándose mutuamente podrán encarar la empresa. Lo primero será atrapar a El Ponto, para ello hacen una trampa cavando una fosa y cubriéndola con un primoroso mantel y una vasija de miel para que el monstruo crea que se trata de un picnic, se acerque y caiga en el pozo que han hecho. De aquí en más siguen las peripecias para llevar a cabo su plan que tendrá un final que no se imaginaron jamás. Winnie the Pooh y sus amigos realmente existieron Alan Alexander Milne se inspiró para escribir las aventuras de Winnie, en la relación amistosa que su hijo Christopher Robin había logrado establecer, a los cinco años, con una osa del Zoológico de Londres y los cuidadores le permitían acercarse a ella para jugar. El niño también jugaba con un osito de peluche amarillo al que había puesto el nombre de Winnie, como se llamaba la osa del zoológico, y tenía entre sus juguetes otros animalitos de peluche, y con todos ellos su padre fue creando los personajes amigos de “Winnie the Pooh”. Conclusión sobre la película Disney Animation Studios optó por hacer dibujos animados a mano, de la manera tradicional y para Sistema 2D en colores pastel, alejándose de las nuevas tecnologías de animación. Esto hace que en pantalla se vean dibujos con un aire naif que junto al perfil ingenuo de todos los personajes suman un plus para la identificación de los niños espectadores, tanto con los animalitos dibujados como con las situaciones de la historia. Para los pequeños en la platea, el mensaje es muy directo y accesible, gira sobre el valor de la amistad, la solidaridad, la tolerancia y la actitud de tratar de vencer cualquier obstáculo, el miedo en este caso. Las historias de los cuentos de “Winnie the Pooh” están pensadas para niños desde los tres a los diez años, pero toda la familia disfruta esta película, porque cuando se llevan los niños al cine los mayores quieren verlos felices, riéndose y sacando conclusiones. Es de remarcar que los pequeños, desde la platea, tratan de ayudar a los dibujos animados que viven las aventuras en la pantalla. En un mes con muchas producciones destinadas al público infantil, la primera misión del cine, que es entretener, está cumplida en esta película. Pero atención, para poder ver la realización completa no hay que retirarse de la sala antes que terminen los créditos, porque recién después de ellos está, paradigmáticamente, la escena final.
Si de pequeño disfrutaste de las historias de este osito, no podés dejar de llevar a tus pequeños, ya que sabés que la van a pasar muy bien. La simpleza de los dibujos, de cada uno de los cuentos y la corta duración de la película es ideal para que los chicos pasen un buen rato, sobre todo si ésta...
El osito pura ternura Winnie The Pooh es uno de los personajes más entrañables de la factoría Disney. En este filme, el osito hace lo que mejor sabe hacer: mostrar su obsesión por la miel, su objeto del deseo. Acompañado de sus amigos, Tigger, Igor, Conejo, Piglet y Búho, caerá como al descuido en medio de una misión impensada: salvar al querido Christopher Robin de un inconveniente un tanto especial. Lo más atrapante del filme es que se trata de un cuento simple, con una historia que cierra por todos lados y que, lo más importante, los chicos se sentirán sumamente reconfortados. Si algo tiene de atractivo el personaje Winnie The Pooh es su inocencia y ternura, características que, en un acierto de los realizadores, son resaltadas a lo largo de los 64 minutos, un tiempo más que suficiente para que la película evite transitar mesetas narrativas. Incluso, hasta por su buena dosis de ingenio, el filme se hace entretenido para los más grandes.
En momentos de superabundancia de productos de animación digitales y en 3D, surge este film clásico de Disney, realizado con técnicas tradicionales y narrando historias sencillas, dotadas de mucha ternura y escaso frenesí, dirigidas hacia los niños más pequeños. Winnie The Pooh retoma los personajes originales de los cuentos de A.A. Milne casi presentándolos de nuevo, en una suerte de precuela infantil. El osito de peluche de remera roja se muestra aquí rodeado de amigos infaltables como Igor, Tigger, Conejo y Piglet, la participación de Cangu y Rito, la reaparición en la pandilla de Búho, y fundamentalmente la presencia de Christopher Robin, el niño que inventa imaginativas historias con esos muñecos que cobija en su cuarto. Luego de otros films de la saga en los que las estrellas eran Tigger y Piglet y el más reciente, que presentaba un personaje nuevo como el efelante Lumpy, el personaje principal vuelve a ser Pooh, que despierta, como siempre, hambriento de miel, un problema menor ante la aparente desaparición del niño, la búsqueda de la cola para Igor, y la presunta existencia de un monstruo llamado El Ponto. Winnie The Pooh homenajea en todo su transcurso al formato del libro, y ofrece un dulce remanso para niños y padres, a los que hay que recomendar no retirarse hasta que terminen todos los títulos, ya que habrá deliciosos dibujitos decorándolos y una escena final que cierra la historia.
EN BUSCA DE UN POCO DE MIEL No existe manera de poder dejar de lado dos características que aparecen mientras se está viendo esta propuesta de Disney: por un lado la hermosa animación tradicional con la que se decidió llevar adelante el relato, y por otro la ternura, que aparece desde la primera toma y que está presente siempre en los poco más de sesenta minutos de duración. Sin duda alguna, una película que atrapará a los más chicos, pero que principalmente satisfacerá y despejará a los más grandes. Pooh está triste porque no puede conseguir miel para comer. Luego de intentar buscar fallidamente un poco del producto de las abejas, se cruza con Igor, el burro, quien parece estar más cabizbajo que él por la pérdida de su cola. Junto a todos sus amigos y a Christopher Robin, el osito va a tratar de encontrarle una cola sustituta que pueda reemplazar la perdida, para así ayudar a su compañero y tratar de verlo un poco más feliz. Algunos de los grandes fuertes de la productora Walt Disney son: la creatividad y, en especial, la calidad de la animación cada vez que se decide recurrir a la técnica tradicional (dibujo a mano) para llevar adelante las ideas. Aquí se la vuelve a utilizar y el resultado es más que satisfactorio. El trazo (se nota muy bien en las manchas de Tiger); los colores; los suaves movimientos de los personajes y los objetos; los cambios visuales; y los fondos en acuarelas, son verdaderamente hermosos e invitan al espectador a contemplar un estilo que es algo raro de ver hoy en día en cine, pero que para nada está perdido. Todos los aspectos visuales de esta propuesta van de la mano de la temática y el ritmo que caracteriza a cada una de las producciones que tienen como protagonista al osito Pooh, dándole prioridad a la inocencia, a la enseñanza y a la diversión, mezclando temas musicales originales con movimientos divertidos y, particularmente aquí, jugando con letras y palabras que se van colando en cinta y que forman parte de la historia narrada. Todo es muy calmo, todo es muy tierno, el villano es amenazador para los personajes, pero tranquilo y conciliador una vez que aparece, se despliega amor y una melancolía que no es tediosa ni para nada repetitiva. El trabajo de dirección y de guión logró crear un relato con varios matices y que siempre propone una sorpresa a venir en su corta duración. Se mantiene la identidad de cada uno de los personajes originales, no hay personajes nuevos, salvo por el villano, por lo que no se pierde el tiempo en introducciones ni en planteos paralelos de personalidad, y se desarrolla una historia que brilla por su sencillez y por su calmo ritmo. El trabajo actoral también es muy bueno. Las voces de Jim Cummings (Pooh y Tiger), Tom Kenny (Conejo), Craig Ferguson (Búho), Travis Oates (Piglet), Bud Luckey (Igor) y Huell Howser (el Ponto) se destacan en cada una de las escenas en las que su personaje aparece. "Winnie the Pooh" es una cinta que encantará a los más pequeños, por sus colores, su ritmo lento, su inocencia, su identificación y por ser fiel a los personajes y sus historias. Una película con buenas canciones, un mensaje sobre la amistad que vale la pena escuchar y un remate, con un tema cantado por Zooey Deschanel (la protagonista de "500 Days of Summer") muy bello. Una apuesta a la animación tradicional que demuestra que, si bien la tecnología avanza y el CGI es casi inseparable de las bombas de Hollywood, tener la oportunidad de ver una buena propuesta dibujada como en los viejos tiempos es mucho más gratificante que ver varias de las cintas que se estrenan anualmente. Muy recomendada para los más chicos. UNA ESCENA A DESTACAR: el ponto. UN DATO: quedense mirando los títulos finales, son muy divertidos y tienen una sorpresa final que remata muy bien la historia.