Western

Crítica de Benjamín Harguindey - EscribiendoCine

¿Al oeste de qué?

Western (2017) es, valga la redundancia, un “western moderno”, lo cual suele significar que se trata de un western sin las partes divertidas. La película de la realizadora alemana Valeska Grisebach comparte en efecto las propiedades sintácticas y semánticas de un western, sobre todo en la conjugación de su héroe, pero el final traiciona toda expectativa para mal.

La premisa descubre a obreros alemanes trabajando en la construcción de una plata de agua en la frontera rural de Bulgaria. Llegan prepotentes (uno de ellos celebra una reconquista imaginaria “luego de 70 años”), se instalan en la campiña y uno de ellos se sobrepasa con una mujer local. Son los típicos forasteros bravucones del género, pero de entre ellos surge el héroe de la historia, Meinhard (Meinhard Neumann).

Meinhard doma un caballo que descubre en el campo y literalmente llega cabalgando a un pueblito cercano. Los lugareños le tienen idea en principio, pero el afable Meinhard se gana su confianza compartiendo con ellos el trabajo y la recreación. Mientras tanto empieza a rozarse con sus colegas alemanes, cuyos negocios con los búlgaros son menos que cordiales. Nunca le dan a elegir entre ellos o los otros, pero se sobreentiende.

El horizonte de la película, lo que la sostiene aún en sus momentos más flojos, es Meinhard Neumann, que esencialmente interpreta a un llanero solitario de pocas palabras y con un misterioso pasado (se presenta como “legionario”, habiendo luchado en Afganistán). Su personaje se esconde entre líneas y raros momentos de intimidad, sugiriendo con sutileza un pasado turbulento y un vacío interno irreparable. Algunas películas “son” sus protagonistas. Western es Meinhard – el actor y el personaje.

Por lo demás la dirección de la película tiene a crear tensión entre los dos bandos y meter presión a su protagonista, quien intuimos eventualmente deberá decidirse por uno o el otro. Meinhard, en una escena confesional, comunica burdamente en búlgaro lo mucho que aprecia su libertad. Pero éste es el tipo de libertad que asimismo lo libera de la lealtad de los demás. El giro moderno, si se quiere, es que los mismos bandos deberán decidir si necesitan a Meinhard tanto como él necesita llenar su sed de pertenencia con uno de ellos.

Hacia el final la tensión se desinfla y la película pierde el riguroso sentido de la dirección con el que hasta entonces ha cargado. Lo que no quiere decir que la película no posea un final contundente y acorde al conflicto central de orden y pertenencia, pero no cuaja con la identidad de “western” hasta entonces cultivada. El saldo final es en particular insatisfactorio y nos quita lo que debería ser la conclusión de todo western que se precie como tal, un duelo o un asedio. Y claro, al tratarse de un western (pos)moderno, el duelo es interno.