Wanderlust, cuerpos en tránsito

Crítica de Rodolfo Weisskirch - Visión del cine

Se estrenó Wanderlust, cuerpos en tránsito de María Pérez Escalá. Documental que registra el viaje de dos directoras de cine, una argentina y otra alemana, por diferentes ciudades de Europa y Medio Oriente enfocándose en la mirada sobre los cuerpos femeninos y el paso por las fronteras.
El mundo está cambiando y la mirada también. Sin embargo para muchas culturas los prejuicios sexuales, la xenofobia y el racismo siguen formando parte de sus costumbres. El miedo al cambio transmite más miedo hacia las personas que son observadas. En Wanderlust, cuerpos en tránsito, una directora argentina y una alemana, que se conocieron de casualidad en la Escuela de Cine de Cuba, deciden retratar las fronteras de diversas naciones que conviven con el patriarcado y esos prejuicios constantes.

María y Anne prácticamente no se conocen y viajan desde El Cairo hasta la puerta de la casa de Anne en Alemania, atravesando solamente las fronteras por tierra o por mar. Cada una carga su cámara y exhibe a su compañera registrando sus movimientos en sitios considerados peligrosos. El miedo y la sensación de alerta son constantes, y las directoras, en primera persona, transmiten la tensión de pasar un checkpoint en Egipto, Israel y Palestina. Pero el viaje no solamente se centra en esos pasos donde, por ejemplo, un inmigrante africano es detenido por portación de rostro en Europa, sino también en la mirada que tienen las autoridades y demás hombres acerca de dos mujeres atravesando solas las fronteras.

La riqueza del material registrado radica en su sinceridad. Las protagonistas y narradoras no son heroínas. Cometen errores de los que se hacen cargo, como por ejemplo viajar a Chipre en bote pero, a la vez, estos relatos aportan matices a la narración. Lo que se genera es una empatía absoluta. El espectador viaja con ellas. Comparte su mirada, sus temores e incluso su cansancio e incertidumbre. Pero también la curiosidad y satisfacción, cuando por ejemplo se encuentran con compatriotas, ya sean argentinos o alemanes. Lo inteligente, acaso, es que cuando esto sucede, la mirada la impone la persona que se siente alienada por no compartir la cultura y afinidad comunicativa. De esta forma, Wanderlust, cuerpos en tránsito es un film lleno de matices.

Muy alejado del registro o edición de un programa turístico o un informe de National Geographic, las directoras transmiten esas sensaciones que sólo se generan cuando se pisa por primera vez un territorio. Nunca se siente que haya situaciones manipuladas para generar un efecto, o que el material fuera contaminado con ficcionalizaciones. El criterio de montaje es adecuado y dinámico, y los temas se van sucediendo, y regresando, a medida que avanza la narración.

Las preguntas que se generan son constantes: ¿cómo se pueden cambiar las costumbres y miradas de una cultura? ¿se debe intervenir o hay que respetar ese punto de vista, tan alejado de la “mirada progresista” occidental? Grabado en un solo viaje hace 5 años atrás el film habla del aquí y ahora, reflexiona sobre las diferencias culturales de Oriente y Occidente, y de las diferencias entre formas de vivir en países que sólo están divididos por un checkpoint. La tranquilidad de un sitio, el miedo en otro.

Pero más allá de la mirada sobre los lugares y sus personas y del contexto político que vive cada estado, el film también muestra personajes. Y no solamente los que van apareciendo en cada sitio por el que atraviesan las protagonistas, sino también ellas mismas son personajes en sí, que recorren un arco narrativo de forma imperceptible. No son las mismas cuando arranca la narración que cuando la terminan. La mirada sobre la otra va cambiando. Son días, semanas, meses de convivencia y la relación va fluctuando. Del diálogo al silencio, del silencio a la cofradía. Son dos personas que se vuelven una. Pero también intentan distinguirse, para que la mirada de una no sea la misma que la de la otra. En ese sentido, el uso de la voz en off, es tan fascinante como necesaria.

Como en todo documental o registros de viajes, hay momentos más intensos que otros, puntos más fuertes u otros menos trascendentes, livianos y de transición. Sin embargo, el resultado final es entretenido, emotivo y nos lleva a reflexionar acerca del estado del mundo, la percepción de las diversas culturas, el racismo y xenofobia latentes, y también sobre el poder de la amistad.