Vigilia en Agosto

Crítica de Caty Filgueira - Cuatro Bastardos

Vigilia en agosto: ¿Y la historia dónde está?
Un pueblo en Córdoba. Una futura novia y su respectivo novio. Una mujer deprimida y una explosión. Un trabajador que pierde un brazo y una comunidad que vive del chisme. Los ingredientes de una buena película tanto dramática como de suspenso, ¿no?
Pues parece que este no es el caso de Vigilia en Agosto. La primera impresión lleva a pensar en una película dramática: una futura novia que parece distraída en la charla pre-nupcial de la iglesia y una conocida que se presenta como deprimida con solo verla. Lo cual le da un matiz interesante. Pero lo siguiente que vemos es ella llegando a una cerealera con el prometido. Y ahí tiene un encuentro muy “amoroso” con alguien llamado el gringo. Y pensás está engañando al novio. Lo cual no es así, ya que resulta que el gringo es el novio. Y el salto de un posible hilo narrativo a otro es constante.
Primero la idea de un posible drama, que termina en ruido de fondo a medida que avanza la historia. Luego la posibilidad de un amante, que también termina en nada incluso cuando se da cierto foco al hermano de una amiga. A continuación, el trabajador herido, que lleva a pensar en una historia un poco más política o de tira y afloje, pero también pasa para el fondo sin pena ni gloria.
Narrativamente, no logra decidirse por un camino al que seguir. Hay un montón de ideas potenciales (como las mencionadas con anterioridad) pero nada que digas esta es la trama principal de la historia, este es el hilo conductor de estos personajes. No ocurre. No hay un objetivo claro a donde se quiera llegar. Y eso que no estamos mencionando que hacia al final el centro de la historia es el episodio de histeria que ella padece, justo el día anterior a su boda.
Cuando llegamos a este punto, ya han pasado un par de cosas que la han forzado a mirar a su novio bajo otra luz: como lidia con el doctor de su empleado herido, ciertas instancias de su trato con ella, como los demás lo ven a él y, principalmente, una ocasión donde lo va a buscar a la cerealera y lo encuentra con un grupo de mujeres. Este último es el detonante de su de histeria y, para sorpresa de nadie, no hay una persona que entienda que está pasando.
El título del film es muy aplicable a esta escena, ya que mientras ella está en su habitación lidiando con esto junto al médico y su madre (que lo único que hace es llorar a un costado como si la víctima fuera ella), tenemos a todo personaje que haya interactuado con Magda esperando en el comedor de la casa.
Y quizá les estemos quemando varios puntos de este film, pero la realidad es que no hay mucho que quemar. Ni siquiera las actuaciones son particularmente destacables. Entre lo mejor encontramos a Elba, la madre, interpretada por María Fiorentino. quien logra que la madre de Magda sea tan molesta como se le espera: crítica, entrometida, chusma y ligeramente anticuada. Mientras que por otro lado, la actriz principal, Rita Pauls, la novia conflictuada, no logra generar emoción alguna ni a favor ni en contra de su personaje. Lo cual es preocupante cuando la principal carga emotiva y narrativa del film cae sobre ella.
El principal problema es hacia el final, cuando pensás «ok, estamos llegando a algo» y de repente el cambio de escena es tan abrupto, tan inesperado y tan «¿¡qué fue lo que pasó!?», que sentís la necesidad de verlo de nuevo porque algo te debés haber perdido. Pero no, es así de incongruente.
Un punto interesante fue esta visión generalizada que se tiene de los pueblos donde la frase «pueblo chico, infierno grande» aplica. En este caso, se ve claramente cómo todos saben de todos y todos opinan a espaldas de todos. Y opinan sin saber, ya sea de la salud mental de alguien como la de Marita luego de que vuela su casa, o del accidente de la cerealera. Incluso se los ve hablando en susurros mientras están todos reunidos haciendo la dichosa vigilia por el estado emocional de Magda. Las dos caras de estas personas están muy bien representadas a lo largo del film.
Pero a la larga el problema de una falta de historia, o por lo menos de una dirección concreta, tira abajo al film en su totalidad y te deja con una filmación de escenas que se quedan a medio camino de contar una historia interesante.