Viajo sola

Crítica de Jessica Johanna - Visión del cine

Se estrena Viajo sola de Maria Sole Tognazzi, protagonizada por Margherita Buy junto a Stefano Accorsi.
En Viajo Sola su protagonista, tal como lo indica su título, viaja mucho. Pero apenas conoce los lugares que pisa, aunque visite varios países en una semana. Es por eso que a veces, en cuanto a la fotografía, se puede sentir que la película desaprovecha locaciones cuando en realidad la cuestión está en que la mayor parte de la vida de esa mujer se sucede dentro de los hoteles.

Margherita Buy y Stefano Accorsi vuelven a ser pareja en pantalla aunque esta vez es ella la encargada de llevar adelante toda la película. Irene (Buy) es una mujer adulta, exitosa, con un trabajo a simple vista soñado: se la pasa viajando y quedándose en hoteles lujosos. Su trabajo consiste en evaluar hasta el mínimo detalle cómo funciona el hotel con cada uno de sus clientes. Pero Irene también lleva, ante la mirada de muchos, una vida vacía, ya que no tiene pareja, no tiene hijos, y su tiempo parece dedicado solamente a su trabajo. Es cierto que no tiene hijos pero tiene familia: es o intenta ser una buena tía con sus sobrinos; y tiene una relación aunque ya más cercana a la amistad (al menos en eso se convirtió a lo largo de los años), con Andrea (Accorsi). El problema surge cuando Andrea conoce a una chica, como probablemente conoció a muchas a lo largo de su vida, y ella queda embarazada, lo que desestabiliza a Irene, quien teme perder esa relación tan extraña como perfecta, que no se desgasta a lo largo de los muchos años que hace que se conocen más allá de no haber funcionado como pareja.

No es difícil para Irene sentirse sola. Viaja sola, duerme sola en enormes camas matrimoniales, desayuna sola, y además tiene que lidiar con las opiniones de gente cercana como su hermana, que no entienden el modo de vida que lleva. Los lujos a los que se somete constantemente reflejan el vacío existencial que de a poco comienza a aflorar. “El lujo es un engaño, esta vida no es real”, le dice una huésped a la que conoce en un hotel de Alemania y lo más cercano que tiene en ese momento a una amiga.

Viajo sola es un drama con algunos tintes de comedia, que antes que nada reivindica a su protagonista como una mujer fuerte e independiente, alguien que no necesita más que hacer lo que le gusta y que no depende de otras decisiones más que de la suya propia. Porque es cierto que el film plantea cierta crisis pero no cae en el lugar común y esperado (sobre todo teniendo en cuenta que es una película italiana, cuyo cine suele hacer mucho hincapié en las familias tipo), sino que más allá de que su directora retrata incluso la vida matrimonial con el personaje de la hermana, siempre apela a la idea de que la mujer es independiente cuando es ella la que decide vivir como vive (esto se ve reflejado incluso en el personaje secundario de la mujer que pasa a esperar un hijo de Andrea). Para ser libre no es necesario estar sola, es una elección.

A la vez, la película y su protagonista juegan mucho con las ironías, hasta el último momento. Otro de los juegos interesantes, que se da a lo largo de todo el metraje, tiene que ver con la voz en off que no hace más que leer las preguntas que debe responder sobre el hotel, y a veces parecería que fueran sobre su vida. Porque Irene se plantea qué tan conforme está con esa vida que construyó, así como mil veces le preguntaron qué tan conforme está con el hotel donde se hospedó. Y la respuesta parece ser que lo importante es estar bien con uno mismo, aunque el film no cae en el error de explicitarlo.

Viajo sola es la reivindicación del personaje femenino fuerte e independiente, mostrando la evolución de su protagonista de manera sutil pero evidente. Porque no es la misma Irene la del comienzo que la del final, aunque esté en el mismo lugar. Una película atípica y valiosa, y con una interpretación brillante de Margherita Buy.