Viajo sola

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Fuera del mundo

La directora Maria Sole Tognazi, hija del desaparecida gran actor Ugo Tognazi, en su cuarto largometraje (ya tiene un quinto), encara una historia repleta de matices, aunque en primera instancia, y sólo de manera aparente, pueda verse como el retrato de una mujer con una ocupación diferente.
Irene Lorenzi (Margherita Buy) tiene un trabajo a simple vista envidiable, es la inspectora de incógnito en hoteles de lujo, por lo que su vida transcurre en esos hoteles al que la mayoría de los mortales no podríamos acceder. Ella tampoco con sus ingresos.
Tiene la potestad, a partir de su trabajo y en función de la propia meticulosidad ejercida durante años, de sacar o entregar una estrella a esos hoteles.
Su estadía pasa casi desapercibida, ahí comienza a desplegarse una cantidad de variables. “viajo sola” o vida solitaria, este podría ser el doble juego de la directora, su transitar en el mundo pasa inadvertido, su vida no está registrada sino fuese por la familia de su hermana menor, madre de dos niñas y Andrea (Stefano Accorsi) una ex pareja, devenido en mejor amigo.
La idea de la falta de compromiso otorgado desde la impostura de no presentarse como quien es, hasta la misma falta de compromiso emocional, ha vivido en un lujo que no es su vida. Ella utiliza su trabajo para construirse una muralla entre ella y sus propios sentimientos. Una vida llena de lujos pero vacía de contenido.
El filme está estructurado a partir de pequeños quiebres narrativos, los que hacen que el relato se deslice suavemente. Este tipo de fragmentación, de ir presentando con su acción en distintas escenas y diferentes locaciones, llámese hoteles, va en relación directa a su trabajo: cada hotel es utilizado como un elemento más de descripción de la tarea específica.
Paralelamente va mostrando su poca vida, apenas atravesada por su hermana y su amigo. de hecho, esta idea de cómo contar lo que cuenta, le otorga al texto un ritmo que le permite sostener una lógica armonía entre la comedia romántica y el drama existencial.
Por supuesto que para lograr el éxito con el riesgo que implica de debe contar con una actriz de la talla de Margherita Buy, capaz de llevar el peso de la historia de su personaje desarrollando una infinidad de matices y desplegando otra inmensidad de recursos histriónicos.
Su personaje podría equipararse al de George Clooney en “Amor sin escalas” (“Up Iin the air”) (2009) o un poco más lejano en el tiempo al de William Hurt “El turista accidental” (1988), con el primero, su misantropía aparente, con el segundo, su temor a ser amada.
Algunos sucesos le harán repreguntarse sobre su propia existencia, desde una pareja de clase media que ganó una estadía en uno de esos hoteles, hasta el magnate que sólo se distrae, o una mujer, escritora, antropóloga, que se le presentara de manera especular.
Un filme pequeño desde lo conceptual, entrañable desde la mirada impuesta por la directora.
(*) Obra que en 1999 realizó Giuseppe Piccione